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Criaturas aladas XXIII: Blanca moteada

Sentía, como un elixir la fragancia del polen primaveral, el aire se deslizaba por los poros hasta penetrar y hacerla enloquecer, precipitaba toda su espera al momento de alzarse y despojarse de sus vestimentas. Luego, sucedió lo inevitable, y ante montañas hercúleas, torrentes desbocados y bocanadas de liviano y purificado aire comenzó a flotar. Volaba sin cesar con su cuerpo blanco moteado de negro, con inaudita belleza encandilaba  a bosques y valles. Todos te miraban blanca moteada, todos te querían hermosa criatura.

Con una envergadura alar, aproximadamente, entre unos 40-46 mm, la blanca moteada es una de esas mariposas que no pasa inadvertida, tanto por su dinamismo como por sus colores. Abundante su presencia en las laderas arbustivas del pico de la Maroma en la sierra de la Almijara (Malaga), su número iba disminuyendo conforme ascendíamos en altitud hasta, prácticamente, desaparecer. La razón es sencilla, es una mariposa característica del piso termomediterráneo, donde las temperaturas elevadas le permiten realizar su ciclo vital profusamente.

El macho presenta el anverso de las alas blanco, excepto una zona en el extremo verdosa gris; en las alas anteriores, en cambio, en las posteriores no existen esas manchas. El reverso de las alas es, realmente, bonito, como sacado de una decoración pintoresca de los años ochenta, su fondo se tiñe de verde mientras las manchas irregulares blancas la adornan creando una pantalla singular.

Dos generaciones permiten la supervivencia de la blanca moteada (Euchoe crameri) durante los meses de marzo y abril y después entre mayo y julio.

Su alimentación, como muchos piéridos es predilecta de géneros como Iberis, Bicutella o Sisymbrium.

Poco más, sino llevar mi agradecimiento a través de estos pequeños post y hacer explícita mi admiración por todas estas criaturas aladas.

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