Como norma general, las presas tratan de evitar a sus depredadores. Sin embargo, depredadores y presas pueden coexistir en lugares que resulten beneficiosos para las presas cuando sus oportunidades de supervivencia tras un encuentro con el depredador son elevadas. Ésta es la principal conclusión de un estudio recientemente publicado en la revista Behavioural Processess, titulado «Bodyguard plants: Predator-escape performance influences microhabitat choice by nightjars».
Para completar este trabajo, Carlos Camacho, de la Estación Biológica de Doñana (EBD–CSIC), ha estudiado durante dos años la selección de hábitat y el comportamiento de los chotacabras (Caprimulgus ruficollis) en cazaderos frecuentados por zorros (Vulpes vulpes), simulando ataques sobre las aves como si de un depredador real se tratase.
Los resultados mostraron que la arquitectura de la vegetación determina en gran medida el comportamiento de los chotacabras en sus cazaderos. Invariablemente, los chotacabras se situaron de espaldas a la vegetación, siempre próximos a árboles y arbustos altos y densos que incrementaron notablemente las oportunidades de escape tras los ataques.
Estos resultados sugieren que la interacción microhábitat-comportamiento podría constituir una eficiente barrera entre depredadores y presas en las zonas donde cazadores y cazados conviven. En el caso de los chotacabras, la preferencia por zonas de alimentación frecuentadas por los zorros, un depredador ocasional de aves, sugiere que los criterios de selección de hábitat no dependen tanto de la probabilidad de encontrarse con los depredadores, sino de la probabilidad de sobrevivir a los encuentros.
Autor: Carlos Camacho