Los Bloggers de Axena

¿Hay vida tras los incendios? (I)

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Paisaje apocalíptico tras el incendio, en el centro la entrada de la mina. Foto: Darío Alves
Las llamas del incendio quemaron hasta la puerta de bloques que cierra la entrada. Foto: Darío Alves
El incendio fue tan devastador que incluso entró dentro de la mina y quemó los primeros metros del túnel inundado. Foto: Darío Alves.

Cuando se habla de los incendios parece que sólo se menciona la pérdida de los árboles, de la masa forestal, el proceso erosivo posterior, pero se menciona bastante poco los miles de animales que mueren a su paso. Las aves si no están confusas debido a la inhalación del humo pueden escapar volando, y quizás sea el grupo que más se salve de la acción devastadora del incendio. Sin embargo, insectos, anfibios, reptiles y muchos mamíferos, incluidos carnívoros de mediano tamaño como zorros, tejones y otros… Mueren abrasados, quemados vivos o intoxicados, en el mejor de los casos, tras su paso. Las bajas son incontables tanto por el número sino porque con las altas temperaturas de miles de grados que se pueden alcanzar en la mayoría de los animales no se pueden ni encontrar los restos calcinados. Los zorros y tejones cuando tienen miedo, vuelven o se «encaman» con más firmeza en sus madrigueras y ahí pueden morir intoxicados por el humo o incluso quemados en el fondo de sus túneles y cámaras subterráneos, esas muertes no se pueden contar, no salen dentro de las pérdidas provocadas por el incendio. Lo mismo pasa con anfibios e insectos, son tan pequeños que las llamas los devoran sin dejar ninguna huella.

Ayer paseando tristemente por las zonas quemadas de los incendios, una cosa llama la atención, además del paisaje apocalíptico, es el silencio. Ni un trino de un pájaro, ni el sonido de un abejorro, ni de una libélula, ni los grillos, nada parece que ha quedado con vida. En este grupo, llevamos desde hace años reclamando la protección de las minas abandonadas de wolfram y estaño de la comarca, no sólo ya porque forman parte del patrimonio histórico-industrial sino porque también sirven de refugio para muchas especies, incluso de refugio ante el más demoledor de los peligros los consabidos incendios que cada año los criminales encienden cuando hay previsión de «nordés» para varios días.

Hace dos semanas habíamos realizado nuestro muestreo bi-anual en tres minas en Boiro, que consideramos puntos calientes de biodiversidad por el número de especies de alto valor ecológico y endémismos que albergan, justo antes del incendio, antes de ayer nos atrevimos a volver a la zona temiendo lo peor. Efectivamente, el incendio había arrasado toda esa área. Donde en la entrada de las minas era un exuberante vergel compuesto por helechos, sauces, juncos, musgos asociados a zonas con alta humedad y umbría, ahora mismo estaban negras como el resto del paisaje.

Incluso en una de ellas, el fuego había entrado varios metros dentro de la mina. Con el corazón en un puño (y la libreta en la otra mano), entramos para anotar las consecuencias del incendio. El año pasado, en unas minas próximas a la zona, habíamos citado por primera vez en la provincia de Coruña, la presencia de un extrañísimo arácnido cavernícola, la Ischyropsalis hispanica según los expertos, allí también las había como observamos hace dos semanas… El agua del río de la mina, estaba cubierto de miles de mosquitos muertos, probablemente asfixiados por el humo del incendio dentro de la mina, así que si había entrado humo en tal cantidad para asfixiar a los mosquitos, seguimos temiéndonos lo peor. Sin embargo, allí estaban! parece que habían resistido, metidos en grupos en los huecos, en postura defensiva, nuestros queridos y exclusivísimos opiliones se habían hecho fuertes contra el devastador desastre.

Ipschyropsalis hispanica, varios individuos refugiados en un pequeño hueco de la pared de la mina. Foto: Darío Alves.

Ahora tocaba mirar hacia abajo, con el agua hasta las rodillas, comenzamos a buscar anfibios, adultos, larvas y juveniles que sabíamos de su presencia en la mina. También estos nos alegraron enormemente, Darío con sus entrenados ojos, entre las raíces que tupen el agua, comenzó a atisbar varias larvas de Lissotriton boscai, es decir, el tritón ibérico, las cuales hace dos semanas no habíamos visto ninguna. Más adelante también aparecieron varios adultos de este singular tritón,  ya que es un endemismo ibérico, su zona de distribución está restringida al noroeste peninsular.

Tritón ibérico en fase terrestre en el interior de la mina, quieto sin moverse, este tritón encontró su salvación en el interior de la mina. Foto: Darío Alves
Juvenil de tritón ibérico en la galería inundada de la mina. Foto: Xurxo Gago.

Así que nos llevamos una gran alegría, parecía que al menos estas dos especies, habían sobrevivido… pero esto no acaba aquí, mañana os seguimos contando los resultados del resto de la exploración en todas las minas.

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