Sumergirse hacia el centro de la tierra para ser testigos de la existencia de majestuosos palacios con espectaculares y enormes cristales, no sólo significa tener la increíble oportunidad de estar frente a uno de los descubrimientos más hermosos del planeta; sino una extraordinaria hazaña, cuya apariencia de hielo contrasta con un infierno que mata: un lugar capaz de atraparnos en la curiosidad y asombro por su indescriptible belleza. De Naica ya habíamos hablado anteriormente en este blog (aquí), pero su singularidad y belleza bien merece que le dediquemos otro post.
Ubicada en el estado de Chihuahua en México, la Sierra de Naica esconde bajo sus profundidades 4 prodigiosas cuevas que han acogido junto con el rocío del agua, el calor, la oscuridad y el silencio, el crecimiento de los cristales de selenita –conocida también como “piedra de luna”– más grandes del mundo hasta ahora conocidos, a lo largo de un lento proceso geológico de más de un millón de años.
Debido a las condiciones extremas en el interior de las galerías, cuya temperatura alcanza los 60ºC y humedad del 100%, tuvieron que transcurrir años de arduo trabajo para desarrollar equipos tecnológicos capaces de permitir la sobrevivencia de sus exploradores y el registro en imágenes de las cuevas que hablaran por sí solas.
Las fotografías son tan sólo un sorbito de tan magnífica obra de la naturaleza. Pero incluso, el resultado de valientes y apasionados espeleólogos, científicos y documentalistas, quienes pese al alto grado de peligrosidad, arriesgaron sus vidas para explorar este lugar fantástico y mostrar al mundo lo que significa un verdadero privilegio.
He aquí la prueba de un gran trabajo en equipo que nos conduce a diferentes senderos: el de la ciencia, para comprender cómo y cuándo pudo crearse este fenómeno; el del desarrollo tecnológico, para poner a prueba la capacidad de sobrevivir y poder registrar el recinto; y el del arte, para quienes somos sensibles a la belleza y la armonía de la naturaleza.
