C-6, la cueva de los cuatro lagos

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Azotada por el viento llora la roca, las lágrimas saladas se deslizan y la luz de un nuevo día guía sus siluetas. La pequeña isla de fantasía se alza ante la inmensidad, surca como un gigante el infinito azul, así  sus habitantes duermen en la penumbra y sus tesoros se esconden de  miradas indiscretas, la catedral de Cabo Cope se mantiene en silencio por los siglos de los siglos, amén.

Cabo Cope esta sacado del mejor libro de la literatura infantil. Lo tiene todo; acantilados inexpugnables, temporales de poniente imponentes, fauna, flora… Situado entre las poblaciones de Águilas y Mazarrón acoge entre sus farallones de piedra al águila perdicera, por la noche la presencia del búho real sorprende por su ulular, y por si esto fuera poco, sus acantilados como muros contra el mar son cubil de más de una pareja de halcones peregrinos.

Eso, en lo referente a su fortaleza terrestre, pero el paso de las aguas  es testigo del trasiego migratorio de rorcuales y cachalotes, apenas a un kilómetro de distancia de la orilla. Pequeñas calas encajonadas como figuras en un puzzle la llenan de sensualidad, y para los más aventureros, el corazón de Cabo Cope resuena con sus latidos en medio de la oscuridad, como si de un talismán mágico se tratara la montaña sostiene su pulso contra la eternidad, C-6 o la catedral, se presenta como una de esas cuevas marcadas por su belleza, la que desprende de sus desconocidos cuatro lagos.

Daniel Vicente, como tantas veces, se presta a sacar de la oscuridad a uno de sus huéspedes más codiciado, la misteriosa cueva de los cuatro lagos. Espero que estas fotos os valgan para abriros el apetito espeleológico, para que así la próxima semana os pueda saturar vuestro exquisito paladar con una de las cuevas que más me han impresionado jamás: C-6 en Cabo Cope. Estad preparados…

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