Hoy en día casi todo lo que consumimos está formado por plásticos. La mayoría de los éstos son productos derivados del petróleo.
Son materiales resistentes a la corrosión, tienen excelentes propiedades como aislantes, poco peso, flexibles y elásticos, entre otras características.
Dentro de los plásticos tenemos dos tipos: termoplásticos y termoestables. Los primeros, por encima de una temperatura determinada son dúctiles y al enfriarlos mantienen su nueva forma. Se pueden volver a calentar y moldear un número de veces sin cambiar sus propiedades. En cambio, los segundos tras calentarlos y adquirir una determinada forma no pueden ser refundidos y remodelados otra vez. Éstos son los plásticos que no se pueden reciclar.
El reciclado de PVC es causante de graves problemas de salud y medioambientales, ya que su incineración provoca la emisión de sustancias muy tóxicas como son las dioxinas. Además su reciclado es complejo debido a los aditivos, plastificantes y metales pesados como el plomo, cadmio o zinc que contiene.
Para conseguir un buen resultado en nuestro reciclado de plásticos, hay que saber diferenciar entre PVC y PET. Hay características que nos pueden ayudar a saber diferenciarlos: por la etiqueta, por las marcas de fabricación en la base del envase, si se deforma la botella o envase y queda una marca blanca es PVC, y si el envase tiene un tono azulado también.
Sabiendo un poco más sobre estos envases, podemos contribuir a disminuir el consumo de plásticos de PVC que son más contaminantes que los plásticos de PET. Así que ¡manos a la obra!