Sapo común (Bufo Bufo)

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Después de un fin de semana “herpetológico” en los Arribes del Duero, volvimos a casa con fotos de varias especies de anfibios y reptiles y nos animamos a empezar con unos post, que a día de hoy se han convertido en la serie de herpetología. Por aquel entonces, sapo y salamandra común eran considerados animales “seguros”…que pensamos no tardaríamos en encontrar y en gran parte motivo de que nos animásemos a convertir estos post en serie. La salamandra se hizo de rogar y hoy finalmente podemos enseñaros al “sapo común”.

El sapo común pertenece al orden de los anuros, sapos y ranas (anfibios sin cola). En Galicia, es el anuro que puede alcanzar un mayor  tamaño, normalmente entre los 6 y 12 cm., excepcionalmente se pueden ver ejemplares que pueden, incluso, duplicar ese tamaño.

Su  cabeza es algo aplanada, ancha, con el morro corto y redondeado. Como en muchos anfibios, en ella destacan los ojos, con la pupila horizontal y el iris de tonos anaranjados. Detrás de los ojos, son muy visibles las glándulas parótidas, visto desde arriba puede apreciarse como convergen hacia el morro del animal. Entre los ojos y las parótidas se puede ver el tímpano, aunque hay que fijarse y tenerlo cerca porque no está muy marcado.

El  cuerpo es rechoncho, con la piel recubierta de abundantes verrugas. La coloración es muy variable, los tonos más comunes son los marrones y  pardos. El vientre es de color claro, con numerosas “manchitas” oscuras.

De extremidades fuertes, las patas anteriores son más cortas que las traseras, con cuatro dedos en las anteriores y cinco en las posteriores, en estas últimas destaca la presencia de membranas entre los dedos.

La especie con la que es más fácil confundir al sapo común es el sapo corredor.  Lo más sencillo para diferenciarlos es mirar sus ojos, de iris verdes en corredor y anaranjados en sapo común. La otra gran diferencia, la encontramos en sus patas traseras, con membranas entre los dedos en sapo común y sin ellas en corredor.

Aunque normalmente se desplaza “andando”, el sapo común sí puede saltar, el sapo corredor no. Si lo veis saltar, es un sapo común.

Existen variaciones que sugieren tres subespecies de sapo común.

Bufo bufo bufo: en el tercio norte peninsular, más abundante en el oeste.

Bufo bufo gredisicola: localizado en la sierra de Gredos.

Bufo bufo spinosus: en parte de Galicia y el resto de lugares, con verrugas más puntiagudas que le dan el aspecto de estar recubierto de espinas.


Bufo bufo es una especie principalmente terrestre, que acude al agua de manera casi exclusiva para la reproducción. A diferencia de otras especies, puede utilizar desde aguas estancadas hasta cursos de agua con una corriente moderada, eso sí, que tengan una cierta profundidad.

Presente desde la costa a la montaña, prefiere sustratos blandos y con vegetación que le proporcione algo de cobertura, pero coloniza todo tipo de hábitats, lo que favorece su amplia distribución. En España, está presente en toda la península y ausente en las islas.

Al igual que la mayoría de anfibios, el sapo común es un animal principalmente nocturno. Oculto durante el día bajo piedras y troncos, o en madrigueras, estás últimas “prestadas” por otros animales, como el sapo corredor o pequeños roedores, ya que no suelen excavar una madriguera propia. Al atardecer comienzan sus paseos en busca de alimento, insectos principalmente, los sapos más grandes pueden llegar a alimentarse de lagartijas o ratones. Se encuentra activo durante todo el año, en épocas de mucho frío o calor, reduce su actividad, pudiendo llegar a hibernar si éstas se prolongan.

Ante una amenaza su primera reacción será la huida, normalmente a saltos, otras veces, se hincha para aparentar ser más grande. Además de sus “poses” defensivas, su piel contiene toxinas irritantes que lo hacen desagradable a muchos depredadores, aunque no a todos. Son presa habitual de las culebras de agua, también de rapaces nocturnas y mamíferos como el zorro, el tejón o los visones entre otros. Incluso hay animales, “especializados” en alimentarse de sapos. Durante un paseo para muestrear anfibios, me llamaron la atención unas pieles a la orilla de una laguna, estaban “del revés” y completamente limpias, inicialmente pensé en insectos que habían “limpiado” la piel. Indagando en el tema, la principal sospechosa es la nutria, que una vez capturados, se come a los sapos, como nosotros los plátanos, literalmente los pela, para evitar la toxicidad y el mal sabor de la piel.

Tras el invierno, cuando empiezan a subir las temperaturas, comienza la migración del sapo común a  los lugares de reproducción. Como animal de costumbres que es, año tras año acude a los mismos lugares para reproducirse. Los machos  son los primeros en llegar y “cantan” para atraer a las hembras, a diferencia de las hembras que una vez realizada la puesta abandonan el agua, los machos permanecen, para aparearse con todas las hembras que puedan y garantizar la transferencia de sus genes. Cuando una hembra llega al agua, se libra una “batalla” entre los machos por aparearse con ella. El apareamiento tiene lugar por amplexo axilar, el macho se coloca encima de la hembra y la agarra por las axilas, no es raro ver a varios machos intentar “subirse” a la misma hembra.

La apariencia de las puestas es la de un cordón gelatinoso con numerosas “bolitas” negras en su interior, aunque de aspecto similar a las puestas de Bufo calamita, dentro del “cordón” las “bolitas” quedan alineadas de 2 en 2, mientras que en Bufo calamita, los huevos (“bolitas”) forman una sola hilera. Suelen aparecer, entre la vegetación acuática o simplemente en el fondo.

A las dos semanas de la puesta, aproximadamente, los huevos eclosionan. Los renacuajos son pequeños, de unos 3 cm., muy oscuros, casi negros. En los primeros estadios resulta fácil confundirlos con los de sapo corredor. Los renacuajos de sapo común no presentan una mancha blanca cerca de la boca y tampoco desarrollan una línea clara en el dorso. Para diferenciarlos podemos fijarnos en el tipo de hábitat en el que observamos a los renacuajos, el sapo común no cría habitualmente en aguas de carácter temporal.

Al igual que los adultos las larvas son tóxicas, pero ello no las exime de ser depredadas; peces, escarabajos acuáticos, libélulas y otros anfibios como el gallipato se alimentan con frecuencia de ellas.

Una vez completa la metamorfosis, la apariencia de los pequeños sapitos comunes resulta idéntica a la de los adultos pero ¡su tamaño es de solo 1cm.!

A los 2 o 3 años se los considera adultos. Pueden vivir más de 10 años, aunque en libertad rara vez alcanzan esa edad.

Especies invasoras como el cangrejo de río americano y los atropellos causan muchas bajas entre la población de sapos, pero es la pérdida de hábitat, la desaparición y contaminación de sus zonas de cría la causa de que las poblaciones de sapo común, se encuentren en regresión en muchos lugares.

Considerado abundante en toda la península, está catalogado como especie de preocupación menor.

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