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Salamandras gigantes

Andrias japonicus es una salamandra que se sale de lo habitual por un «pequeño» detalle: Puede alcanzar los 1,5 metros de longitud. Este urodelo es endémico de Japón, pero en el continente podemos encontrar a un pariente todavía mayor: Andrias davidianus, la salamandra gigante china que puede llegar al metro ochenta de longitud.

Ambas especies son muy similares: Poseen una cabeza grande en la que se ven unos ojos muy poco desarrollados y una morfología corporal muy parecida. Dependen muy poco del sentido de la vista, y en cambio poseen sensores alineados a lo largo del cuerpo desde la cabeza hasta la cola que le permiten detectar vibraciones en el agua y de este modo capturar a sus presas: peces, insectos, ranas y crustáceos.

Son especies longevas, que pueden llegar a los ochenta años. En cautividad se han tenido ejemplares hasta los 52 años. Al contrario que las salamandras comunes no tienen hábitos terrestres y viven en el agua también en su fase adulta donde respiran sacando la cabeza fuera del agua. Necesitan aguas ricas en oxígeno.

Un dato curioso es que Andrias significa imagen del hombre, ya que en 1726 el físico sueco Johan Jakob Scheuchzer descubrió los restos de una Andrias japonicus que identificó como los restos de un hombre testigo del diluvio universal, creyendo que se trataban los restos de un hombre que se había hundido en este fenómenos bíblico. En 1812 Georges Cuvier (un naturalista francés) examinó los restos de nuevo y los identificó con los de una salamandra de grandes  proporciones a la que denominó Andrias scheuchzeri en honor a las creencias de Scheuchzer.

Ambas especies están amenazadas, aunque el caso de la salamandra china es peor debido a su uso en la medicina tradicional. A continuación os dejo un vídeo para que veáis una salamandra gigante en movimiento:

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