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El nematodo del pino: una oportunidad para nuestro monte? (II)

Los efectos sobre los pinos causados por el nematodo aparecen generalmente entre los meses de agosto y diciembre y pueden causar la muerte en apenas tres meses. El signo externo más evidente es la aparición de ramas secas distribuídas en el primer tercio superior, para luego llegar a secar el árbol completamente. Es conveniente comentar que estos efectos no son sólamente exclusivos del Bursaphelenchus, por lo que cada situación debe estudiarse con detenimiento. Y no aplicar las mismas medidas correctivas y preventivas a casos y plagas de otro tipo.

La situación en la actualidad

Una vez confirmada la llegada del Bursaphelenchus a nuestros montes, después de que en septiembre de 2009 se confirmase la presencia del insecto vector en esta zona y en el ayuntamiento de Campo Lameiro (centro de la provincia de Pontevedra), debemos también analizar las medidas adoptadas por la Xunta, todas recogidas en la Resolución mencionada anteriormente, aunque no nos queda claro si se van a desarrollar de la forma que se recoge en la citada norma.

Son dos las zonas en las que se va a actuar de forma inmediata. Una primera zona, la llamada zona A, con un radio de influencia de 1500 metros desde el foco de infección, “donde se realizarán labores de erradicación de todas las especies sensibles, afectadas o no por el nematodo”, asegura expresamente la resolución. Es decir, si se aplica literalmente lo que aquí se indica, se procederia a cortar más de 700 hectáreas de pinos desde la zona A. Luego habría una segunda zona, llamada zona B, con un radio de afección de 20 km, donde se procedería a eliminar los árboles muertos que pudiesen ser atractivos para el insecto vector, eliminando los nichos biológicos y dificultando su propagación.

Zona A en Ponteareas.

Además, en estas dos zonas, que abarcan a muchos ayuntamientos, desde Vigo a Melón (Ourense) y todos los de las comarcas del Condado y de Paradanta, la Xunta inmobiliza cautelarmente los movimientos de madera sensible, prohíbe las cortas hasta que se determinen las medidas a adoptar y también se prohíbe la salida de esta zona de plantas, embalajes o residuos de madera de especies sensibles, afectando pues, a muchos sectores de la comarca, desde las industrias madereras al sector de los viveros.

La necesidad de información y el futuro que nos espera

Estando pues, en una situación de cuarentena, es fundamental la información pública, la información a la sociedad en general y a los sectores afectados en particular. No se deben ahorrar esfuerzos para que la gente sepa contra lo que se va a empezar a luchar ahora o con lo que vamos a tener que convivir desde este momento. Pero, ante esta situación, desde nuestro punto de vista, también nos hacemos preguntas que consideramos importantes y necesarias: ¿no estamos en un momento en el que debamos, otra vez, repensar nuestro monte?

Pedro Arrojo, de la Fundación Nueva Cultura del Agua, ya lo dijo en algún momento: «Nuestros ríos no son almacenes de agua al aire libre». De la misma forma, debemos dejar de pensar que nuestros bosques son almacenes de madera al aire libre. No lo son, tienen funciones básicas para el desarrollo sostenible de la sociedad gallega, para llegar incluso, a subir las cuotas de nuestro estado de bienestar consagrado por la constitución del estado español hace treinta y dos años. Por tanto, ante situaciones que vemos todos los días, donde los monocultivos son la tónica general de nuestros montes, donde el pino y el eucalipto (también atacado desde hace años por otra plaga), donde no se aprecian signos de diversificar el aprovechamiento forestal, ¿por qué no aprovechamos el momento y luchamos contra el Bursaphelenchus a la vez que configuramos el monte de nuestros herederos?

Necesitamos el monte. Siempre lo necesitamos, a pesar de que en los últimos años pensemos que no es así, y que la ciudad y la industria, además del sector servicios, pueden darnoslo todo. No, no es cierto. El monte, con sus funciones ecológicas, económicas y sociales tienen que volver a jugar un papel fundamental en nuestra sociedad. Trabajar el monte, aprovechar sus recursos de una forma crítica y lógica no es señal del pasado, si no que es muestra de modernidad absoluta.

Paisaje en Pena Corneira, en donde se puede ver un bosque mixto con diferentes especies caducifolias y coníferas. Foto: Soledad Felloza.

Así, la llegada del Bursaphelenchus xylophilus a la comarca del Condado, con afección a muchos ayuntamientos, dentro y fuera del Condado, debería hacernos reflexionar. La posibilidad de reformular viejas formas de gestión, olvidar el monocultivo, introducir otros aprovechamientos, como el ganado, vacuno o no, aprovechar y gestionar eficazmente la producción de setas, la miel, los frutos del monte …

Tenemos ahora, nuevamente, una oportunidad para ver el futuro con optimismo, a pesar de que la plaga llegase, como era esperado, desde Portugal a nuestros montes. Debemos y así lo hacemos, demandar información a la administración, adoptar medidas, pero también pedir el compromiso de los sectores afectados para que la aparición de esta enfermedad de las coníferas sea aprovechada de forma favorable para nuestro bosque.

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