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Un trabajo de hormigas

Los premios Veolia, convocados por la BBC y el Museo de Historia Natural de Londres, son los más prestigiosos del mundo en el ámbito de la fotografía naturalista. El ganador de este año en la categoría máxima ha sido el húngaro Bence Mate por la imagen de unas hormigas comiéndose una hoja. Las fotografías ganadoras en todas las categorías están expuestas desde el viernes en el Museo de Historia Natural de Londres.

Éste premio que el año pasado trajo tantos dolores de cabeza a España, vuelve a premiar la creatividad de los fotógrafos de naturaleza. La imagen galardonada, titulada «Una maravilla de hormigas», muestra cómo un grupo de hormigas segadoras despedazan una hoja en la selva de Costa Rica. El jurado ha destacado cómo «un simple disparo captura la complejidad del compartimento de las hormigas segadoras en la selva costarricense». Las hormigas segadoras viven en una sociedad donde cada uno de los individuos tiene su función clara: los machos alados (que realizan su único vuelo nupcial antes de la cópula), las hormigas vírgenes (cuya función es ser inseminadas para después fundar su propia colonia) y distintos tipos de hormigas obreras y soldados. «Esta fotografía muestra las diferentes actividades en la misma toma, cómo las hormigas cortan las hojas y cómo las transportan, y sus siluetas muestran algo diferente». De hecho, el jurado ha enfatizado el «aspecto artístico de la fotografía».

Tres fotógrafos españoles han visto reconocido su trabajo en la edición de 2010 de los Premios Veolia. Jordi Chias se ha alzado con el premio One Earth, que reconoce a las imágenes que denuncian las actividades del hombre contra la naturaleza. En la imagen, una tortuga marina aparece atrapada en una red de pesca, en un punto medio entre Baleares y Barcelona.

«Vimos la gran red a la deriva y decidimos acercarnos», cuenta Chias en declaraciones a EL PAÍS. «En los objetos que flotan a la deriva suele haber animales que los utilizan como cobijo y pensé que podía haber algo interesante que fotografiar». Chias, especializado en fotografía submarina, observó que había una tortuga atrapada, pero que podía respirar y no corría peligro. «Al ver que la tortuga estaba bien, decidí documentar la situación. Me pareció interesante tener imágenes que mostraran a lo que muchos de estos animales se enfrentan todos los días en alta mar». Tras sacar una veintena de fotos, el fotógrafo y su compañero de viaje en el velero subieron la red a bordo, para tardar 10 minutos en lograr liberarla y soltarla, al no presentar heridas serias.


Por su parte el fotógrafo Francisco Mingorance ha ganado el premio a la mejor fotografía en la categoría que reconoce las imágenes con carga creativa. La imagen aérea muestra las orillas del río Tinto totalmente teñidas de rojo. «En esta foto he querido plasmar su paisaje, visiones que parecen de otro planeta y que no pertenecen a la Tierra, aguas de otro mundo, colores que desafían la imaginación», cuenta Mingorance. «La acidez natural y la actividad minera desde épocas remotas en la zona han hecho del río Tinto un cauce tan inhóspito como atractivo para la ciencia. Una paleta química de la que nacen colores imposibles como los de este lago rojo». Mingorance obtuvo otros sendos reconocimientos por otras fotografías presentadas en esta y en otra categoría.

«Llevo 25 años fotografiando este río y lo he sobrevolado muchas veces», prosigue Mingorance, que acostumbra a besar el suelo después de cada vuelo. «Esta es una fotografía aérea obtenida a 500 metros de altitud desde la avioneta, una de las cientos de miles que he realizado durante estos últimos años y que por fin ha visto recompensado tanto esfuerzo».

Por último, Daniel Beltrá se ha alzado con el segundo premio en la categoría One Earth, por una fotografía en la que se denuncia la tala indiscriminada de árboles en Indonesia para ganar terreno a las plantaciones de palma.

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