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Tesoros del mar: los nudibranquios

Si escuchamos la palabra fotosíntesis pensaremos en una planta, si nos hablan de simbiosis quizás nos venga a la cabeza un liquen, si nos mencionan mimetismo recordaremos un camaleón… y sin embargo tal vez no habremos reparado en que existe un grupo de organismos marinos que son capaces de hacer éstas y otras muchas peculiaridades.

Chromodoris purpurea

Los nudibranquios son moluscos gasterópodos. Los gasterópodos se caracterizan por desarrollar frecuentemente una concha externa con una notable torsión, incluyéndose en este grupo las que coloquialmente conocemos como caracolas. La concha ofrece múltiples ventajas, como  defensa frente a una posible depredación o como protección para evitar la desecación en aquellas especies que habitan el intermareal (zona expuesta al aire comprendida entre las mareas altas y bajas). Sin embargo, en los nudibranquios se ha producido la pérdida de esta concha externa. Sin ella, se convierten en organismos mucho más vulnerables. Para solventar esta carencia han desarrollado multitud de estrategias que los convierten en unos organismos verdaderamente fascinantes.

Hypselodoris villafranca

Los tipos de alimentación en nudibranquios son diversos. Algunos se decantan por la  herbivoría, alimentándose de algas. Han perdido su concha y van a adoptar unas estrategias para poder beneficiarse de ello. Primeramente se convierten en animales prácticamente trasparentes, carentes de pigmentos externos. Ello permite que sea la propia coloración del alimento que ingieren la que se manifieste externamente. Los nudibranquios herbívoros, por tanto, suelen ser verdosos y pueden pasar desapercibidos. Este fenómeno se conoce con el nombre de cripsis, que erróneamente suele denominarse mimetismo. El mimetismo se desarrolla cuando una especie manifiesta alguna característica de otra especie para aprovechar la ventaja que ésta le ofrece. A modo de ejemplo, la falsa coral, del género Lampropeltis “imita” el patrón de colores propio de las serpientes de coral, que incluye géneros diferentes, como el Leptomicrurus. La falsa coral carece de veneno, pero manifiesta un patrón de coloración similar al de las especies venenosas. Ello favorece que no sea atacada, por ser confundida con especies venenosas, ahorrándose así la energía que tendría que invertir en generar veneno. Los nudibranquios, por tanto, manifiestan en el caso descrito anteriormente fenómenos de cripsis. Pero hacen más que eso. No conformes con pasar desapercibidos, desarrollan una estrategia para optimizar su alimentación. Algunos géneros como el que incluye las Elysias son capaces de conservar funcionales algunos de los cloroplastos ingeridos. Éstos son dirigidos hacia las zonas más externas del molusco, pudiendo fotosintetizar durante un periodo determinado, almacenados en receptáculos especiales. Así, se convierten en una especie de pantallas solares que pueden obtener energía extra a partir de unos orgánulos ajenos.

Elysia tomentosa (Foto: Mike Severns)

Otros nudibranquios no son herbívoros, sino algo así como depredadores. Se pueden alimentar de cnidarios hidrozoos, emparentados con las medusas que conocemos. Los hidrozoos, y todos los cnidarios, tienen células especializadas para la defensa. Estas células se conocen con el nombre de cnidocitos, y tienen la capacidad de  propulsar una especie de garfio secretor de veneno. Estas células son las responsables de las picaduras de las medusas. Los nudibranquios que se alimentan de hidrozoos son capaces de almacenar los cnidocitos en estructuras especializadas. Estas estructuras suelen alojarse en multitud de expansiones a lo largo de la cara dorsal del organismo. Los nudibranquios de este tipo suelen manifestar colores llamativos que normalmente se asocian con peligro. Y con razón, algunos de ellos almacenan tal cantidad de cnidocitos en su superficie que su concentración supera la que se encontraba en el organismo original del que se ha alimentado.

Flabellina iodinea (Foto: Mikel Cortés Escalante)

En cuanto a la simbiosis, también supone una estrategia en algunos géneros de nudibranquios. Una simbiosis será una asociación entre dos organismos en la que ambos obtienen beneficio. Esta asociación la establecen con pequeñas algas unicelulares conocidas con el nombre de dinoflagelados. El propio metabolismo celular del molusco genera dióxido de carbono, que transforman  los dinoflagelados en carbono orgánico mediante fotosíntesis. El nudibranquio le aporta nutrientes, alojamiento y protección, y los dinoflagelados suponen una fuente de energía, al ser periódicamente digeridos por el molusco. El caso descrito anteriormente, en el que almacena y conserva funcionales los cloroplastos de las algas que ingiere, no se correspondería con una simbiosis en sentido estricto, ya que la relación no se desarrolla entre dos organismos, sino entre orgánulos y organismo.

Aeolidia papillosa

Así, aunque han perdido su concha, han desarrollado la cripsis para pasar desapercibidos, así como el almacenamiento de cnidocitos y la manifestación de coloraciones que advierten del peligro que conllevaría su ingestión. No obstante, las especializaciones no finalizan aquí. Existen nudibranquios con la capacidad de sintetizar sus propias sustancias tóxicas, especies miméticas que expresan patrones de coloración propias de otras especies verdaderamente tóxicas. Y, asimismo, también los nudibranquios tóxicos sirven como modelo para que otros organismos se quieran hacer pasar por ellos.

Sí, carecen de concha pero, con todos estos recursos y estrategias: ¿quién necesita una?

Arriba: Flabellina trilineata; Abajo: Podocerus cristatus (crustáceo) (Foto: Jeff Goddard)

 

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