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Evolución: adaptación

Cuando se habla de la selección natural, se suele decir que los más fuertes son los que sobreviven. Y esto no es para nada así. En realidad los que van a sobrevivir y tener descendencia serán los que están más adaptados para las condiciones reinantes en ese momento. Darwin definió una adaptación como un rasgo hereditario o algún tipo de comportamiento que permite aumentar la eficacia biológica. Una adaptación no es la solución perfecta, pero sí que es la mejor de las opciones para esa especie entre las alternativas disponibles en un entorno determinado. También puede ser una adaptación un comportamiento o un aprendizaje que tenga importancia para la supervivencia. Un ejemplo de esto se me ocurrió buceando para «Mar por dentro»: Un lenguado camuflado en la arena no se mueve hasta que no se siente realmente amenazado. Lo podemos tocar, rodear y observar a placer, que hasta que no lo molestemos a conciencia no se echará a nadar. Y en cuanto pueda se volverá a camuflar de nuevo en la arena. Esto es una adaptación de comportamiento asociada a otra adaptación: la capacidad de camuflaje en este caso a fondos arenosos. El lenguado tendrá mayor eficacia biológica camuflado en la arena, que es para lo que está preparado, que nadando libremente donde será fácilmente visible para los depredadores.

Detalle de la cabeza de un lenguado semienterrado en la arena del fondo. Se distinguen claramente los dos ojos y la boca.

Darwin pensó que las adaptaciones eran el resultado de una serie de pequeños cambios que se tenían que producir a partir de estructuras o comportamientos ya existentes. Esto implica que distintos animales tendrán distintas adaptaciones al mismo problema en función de las estructuras y comportamientos de partida. Siguiendo con el ejemplo del lenguado y los fondos arenosos, otro habitante que nos encontramos en este ambiente es el cangrejo ermitaño. Ambos se encuentran con el problema «evitar los depredadores en un fondo arenoso», pero mientras que el lenguado confía en su camuflaje, el cangrejo ermitaño confía en su concha (que en este caso es también una adaptación de comportamiento, ya que la concha es una estructura ajena al cangrejo). A diferencia del lenguado que se intentará quedar quieto, los cangrejos se moverán con más libertad.

Hay rasgos que evolucionan de forma secundaria a una adaptación. Por ejemplo en el caso del cangrejo, asociada a la adaptación de comportamiento que supuso refugiarse en una concha surgieron una serie de adaptaciones anatómicas que le dan más facilidades al cangrejo para ese modo de vida.

Visto así, se podría pensar que todos los rasgos tienen que ser adaptativos, porque de otra manera no habrían aparecido. En realidad existen muchos rasgos que en su día tuvieron una función pero que posteriormente la han perdido. El hecho de que presentar ese rasgo no confiera desventaja hace que se conserve. A estos rasgos se les denomina rasgos vestigiales. Un ejemplo de esto sería el coxis de los humanos. Es el vestigio de una estructura que tuvo su utilidad en otro momento de la evolución de nuestra especie, pero que en este momento de nuestra evolución no nos aporta ninguna ventaja.

Lógicamente Darwin se fijó en diferencias más sutiles para llegar a la conclusión de evolución. En los famosos pinzones y también en otros animales se fijó que había pequeñas variaciones dependiendo de la zona en la que vivieran. Para llegar a adaptaciones tan complejas como la anatomía del lenguado para camuflarse en la arena hace falta un largo proceso, pero de eso hablaremos en el próximo post.

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