Nunca supe por qué, pero cuando de niña me contaban el cuento de caperucita, siempre pensaba que el cazador estaba loco de remate y más que un salvador, me parecÃa un sádico, y que el pobre lobo no tenÃa la culpa de nada. Ese sentimiento, más que pensamiento, fue madurando y adquiriendo cierta lógica que a dÃa de hoy poca gente comparte.
Criaturas feroces, dañinas, de mirada sucia … no seamos ridÃculos.
Gracias a Axena he tenido la oportunidad de acampar y pasar un par de noches en territorio de lobos, y les puedo decir que a pesar de carecer de cualquier arma defensiva, en ningún momento me sentà amenazada, y aunque la manada no apareció, estoy segura de que sabÃan perfectamente que estábamos ahÃ, y quizás esa fuera la razón de su ausencia.
Invito a los lectores de este blog a una reflexión: es fácil dejarse llevar por las ideas preconcebidas, por las historias morbosas y las pelÃculas de terror, también es fácil sentir empatÃa hacia el pastor que ha perdido algunas ovejas, por las que, para quien no lo sepa, será indemnizado. Lo que no resulta tan fácil, es ponerse en el lugar de la supuesta bestia feroz. Una bestia que sólo busca su sustento y que únicamente pretende vivir una vida a la que tiene derecho igual que nosotros, que forma parte de un ecosistema que sabe mantener su equilibrio solo, sin que metamos nosotros la zarpa, una bestia que ha sido perseguida, abatida y que ha estado al borde de la extinción.
No sacaré a relucir viejas historias de lobos que con su calor, salvan niños perdidos en el bosque, pero sà diré que el lobo no es una amenaza para el hombre y nunca lo será. Si habláramos de amenazas, nosotros, los humanos, serÃamos los primeros de la lista, incluso contra nosotros mismos, pero ese es otro tema.
Es hora de cambiar el cuento de caperucita roja y el lobo, y si no se os ocurre nada con que entretener a los niños, nada más fácil que una mochila con agua y bocadillos y un paseo por el monte con los ojos bien abiertos, os aseguro que poco a poco aparecerán historias muy interesantes que contar.
“EL HOMBRE HA DEPOSITADO SUS LACRAS EXCLUSIVAMENTE HUMANAS EN EL LOBO”
Félix RodrÃguez de la Fuente