Las penetrantes hembras del Neotrogla

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La naturaleza nunca deja de sorprendernos.

En las cuevas más profundas del Brasil, alimentándose del guano y de los cadáveres de sus murciélagos, habita un grupo de insectos psocópteros descubierto hace pocos años que presenta una modalidad de apareamiento tan insólita como, para un macho de Homo sapiens (sapiens de verdad, o que cree serlo), profundamente desconcertante: mediante una inversión de papeles evolutiva, la hembra resulta ser la que penetra, y el macho, el penetrado; y todo ello conservando sus respectivas identidades sexuales. Es decir, en todo momento la hembra sigue siendo hembra, y el macho sigue siendo macho. ¿Cómo puede ser eso posible?

El grupo Neotrogla, formado por cuatro especies, Neotrogla aurora, N. brasiliensis, N. curvata y N. truncata, es el único género de la familia Prionoglarididae, englobada en el suborden Tragiomorpha (psocópteros de antenas con más de 22 segmentos y tarso trisegmentado), que se caracteriza, entre otros aspectos, por la peculiar estructura de su aparato genital. Son las hembras quienes poseen un órgano copulador similar a un pene (el gynosoma), correspondiendo a los machos el papel pasivo, con el desarrollo de una suerte de vagina o phallosoma.

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Pareja de Neotrogla curvata

 

En cópulas que pueden durar entre 40 y 70 horas, la hembra penetra al macho siguiendo el procedimiento canónico: viniendo desde atrás e inmovilizándolo con sus patas bajo su peso. Una vez dentro, la base del gynosoma se hincha, lo que, unido a las espinas que cubren parte de su superficie, hace que quede firmemente anclado en el interior de la pseudovagina del macho, evitando su huida antes de tiempo. La unión es tan fuerte, que en una ocasión un científico trató de separar una de estas parejas, y lo que consiguió fue que el macho se partiese en dos, el tórax por un lado y el abdomen por el otro, quedando su órgano sexual envolviendo el «pene» de su penetrante compañera.

Detalles escabrosos aparte, durante el apareamiento, la hembra succiona con su gynosoma el esperma que el macho almacena en su «vagina» para fecundar sus óvulos, y aprovecha el líquido sobrante, repleto de nutrientes, como complemento de su dieta. Dicho de otro modo, el macho fecunda y alimenta, al mismo tiempo, a la hembra. Esto puede ser consecuencia de una adaptación a un medio de gran sequedad y escasez de nutrientes.female psocop

Otro detalle sorprendente, y que debería suscitar profundas reflexiones entre los miembros de nuestra especie, es que, al adoptar este rol «masculino», las hembras dejan de ser selectivas, como es habitual en la generalidad de las especies, y se vuelven extraordinariamente promiscuas. Buscan la compañía del mayor número de machos posible, tal vez como parte de una estrategia natural para no extenuar y exprimir a un único partenaire.

Como veis, la Naturaleza siempre empeñada en ensanchar los límites de un planeta que la tecnología se empeña en hacer más pequeño. Y a fe que lo consigue.

3 Comentarios

  1. Sorprendente!!! muy curioso. Osea que el hecho de que los «machos» no seamos «selectivos» depende del pene, jejejejejeje Fantástica teoría, ya tenemos otra escusa jejejeje

  2. Mi opinión es que algo (o mucho) influye el tema este del tener y no tener. La pregunta que ellas tendrían que responder sería: qué pasa, ¿que cuando lo tenemos nosotros hay que ser fieles pero cuando lo tenéis vosotras resulta que no? Qué morro. A ver qué opinan las damas que puedan leer esto. :)

  3. Yo creo que es una cuestión más ser práctica que de tener o no tener…. cuantos más machos «suscione» más comida (en un medio inóspito)y más posibilidad de fecundarse y reproducirse… estrategía chicos…. y a la inversa no es aplicable ;p

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