Manchas de sangre en la nieve.
Esta de hoy es una crónica muy desagradable pero que ocurre en todos los sitios. Al suroeste de Berlín, en la zona de Potsdam, los bosques, campos y lagos se suceden en un paisaje de gran belleza. La planicie en esta zona es inmensa, solo alterada de vez en cuando por alguna elevación de poca consideración. Otra cosa que altera la campiña son los puestos de caza que hay cada 50 m más o menos, y muchos de ellos a unos 20 m cuentan con una zona despejada de vegetación en medio del bosque o en el campo donde le dejan fruta, verdura y semillas para los faisanes, jabalíes, corzos…
Y eso fue lo que debió pasar ayer por la noche, en medio del camino observamos unas gotas de sangre, las fuimos siguiendo hasta llegar hasta uno de estas zonas, a ese pobre corzo le habían disparado, pero el disparo erró parcialmente y no fue mortal. Por las huellas el corzo tras el disparo que lo herió salió disparado por entre el matorral seco, quemado por las temperaturas heladas, tan asustado estaba que se confundió y de nuevo se metió al camino a unos pocos metros del apostadero desde donde le habían disparado. Siguió por el camino perdiendo cada vez más sangre, que se distingue perfectamente en la nieve… Seguimos el rastro unos 200 m hasta perderlo en una encrucijada donde estaban talando árboles. Finalmente, no sabemos que habrá sido del pobre animal ya que no lo pudimos encontrar, pero herido y con las temperaturas tan bajas…
