Memoria actividad infantil; «Otoño en Cañaverosa»

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El otoño cálido del sureste ibérico nos dio la bienvenida, el 10 de noviembre fue un día típico y a la vez magnífico para recorrer los senderos que se abren paso por la ribera del río Segura.

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Un total de 95 personas asistieron a la actividad, de ellos, 49 eran niños de diferentes edades entre los cuatro años hasta los doce años. Después de dar la charla, tan necesaria como imprescindible, de introducción a la actividad, comenzaron a caminar por el sendero que parte del santuario de la Esperanza. Transcurridos unos centenares de metros nos detuvimos  ante un olmo centenario, su perímetro alcanzaba los 5 metros y su porte era portentoso.

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 La  voz imantada de Jose Maria comenzó a resonar, nuestro botánico,( vaya por delante mi más sentida felicitación por todo su trabajo y dedicación). Señalaba y describía aspectos tan interesantes como las caídas de las hojas en los árboles caducifolios. Tras tomar un pequeño bocado abordamos el paso del río Alharabe o de Moratalla, esta vez su caudal hacía posible tal empeño, formamos una cuerda entre tres voluntarios para dar más seguridad a los intrépidos aventureros.

La marcha transcurría con normalidad, con jovialidad, con libertad, esa que nos proporciona la madre naturaleza cuando nos acercamos a ella con respeto y admiración. Todo un bosque de galería nos acompañaba, magníficos ejemplares de álamos blancos ( Populus alba ) trazaban una línea de vida y de refugio a numerosos mamíferos como la nutria (Lutra lutra ).

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Tras subir al mirador y descender llegamos, al fin, al lugar elegido para la actividad didáctica. Como si de un mágico cuadro se tratase, ante nosotros, la paz y el remanso dominical. El silencio y la armonía siguieron formando parte del día sin verse alterados por las voces altivas y cálidas del gran grupo de niños.

Fue necesario dividir en dos grupos a los niños para facilitar un mayor aprendizaje. Los menores de 7 años dedicaban su astucia y pericia a tratar de obtener el relieve de las hojas acorazonadas o dentadas de los álamos de la zona, siempre acompañados de sus padres y las voluntarias; Maria, Susana y Irene, mi agradecimiento desde aquí. Los mayores de 7 años no desdeñaban la entretenida actividad de los más peques pero les teníamos reservado algo con más sustancia. Con Jose Maria al frente, se fue distribuyendo láminas para clasificar los distintos tipos de hojas; dentadas, simples, compuestas, aciculares, lineares… terminos que ahora ya forman parte del vocabulario de los niños.

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En resumen, enhorabuena a todos, si todos ponemos un poquito, podremos y conseguiremos que el futuro sea presente, un presente escrito con las mayores de las devociones hacia la madre naturaleza. Gracias a todos.

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