


Cuando se habla de los incendios parece que sólo se menciona la pérdida de los árboles, de la masa forestal, el proceso erosivo posterior, pero se menciona bastante poco los miles de animales que mueren a su paso. Las aves si no están confusas debido a la inhalación del humo pueden escapar volando, y quizás sea el grupo que más se salve de la acción devastadora del incendio. Sin embargo, insectos, anfibios, reptiles y muchos mamíferos, incluidos carnívoros de mediano tamaño como zorros, tejones y otros… Mueren abrasados, quemados vivos o intoxicados, en el mejor de los casos, tras su paso. Las bajas son incontables tanto por el número sino porque con las altas temperaturas de miles de grados que se pueden alcanzar en la mayoría de los animales no se pueden ni encontrar los restos calcinados. Los zorros y tejones cuando tienen miedo, vuelven o se «encaman» con más firmeza en sus madrigueras y ahí pueden morir intoxicados por el humo o incluso quemados en el fondo de sus túneles y cámaras subterráneos, esas muertes no se pueden contar, no salen dentro de las pérdidas provocadas por el incendio. Lo mismo pasa con anfibios e insectos, son tan pequeños que las llamas los devoran sin dejar ninguna huella.
Ayer paseando tristemente por las zonas quemadas de los incendios, una cosa llama la atención, además del paisaje apocalíptico, es el silencio. Ni un trino de un pájaro, ni el sonido de un abejorro, ni de una libélula, ni los grillos, nada parece que ha quedado con vida. En este grupo, llevamos desde hace años reclamando la protección de las minas abandonadas de wolfram y estaño de la comarca, no sólo ya porque forman parte del patrimonio histórico-industrial sino porque también sirven de refugio para muchas especies, incluso de refugio ante el más demoledor de los peligros los consabidos incendios que cada año los criminales encienden cuando hay previsión de «nordés» para varios días.
Hace dos semanas habíamos realizado nuestro muestreo bi-anual en tres minas en Boiro, que consideramos puntos calientes de biodiversidad por el número de especies de alto valor ecológico y endémismos que albergan, justo antes del incendio, antes de ayer nos atrevimos a volver a la zona temiendo lo peor. Efectivamente, el incendio había arrasado toda esa área. Donde en la entrada de las minas era un exuberante vergel compuesto por helechos, sauces, juncos, musgos asociados a zonas con alta humedad y umbría, ahora mismo estaban negras como el resto del paisaje.
Incluso en una de ellas, el fuego había entrado varios metros dentro de la mina. Con el corazón en un puño (y la libreta en la otra mano), entramos para anotar las consecuencias del incendio. El año pasado, en unas minas próximas a la zona, habíamos citado por primera vez en la provincia de Coruña, la presencia de un extrañísimo arácnido cavernícola, la Ischyropsalis hispanica según los expertos, allí también las había como observamos hace dos semanas… El agua del río de la mina, estaba cubierto de miles de mosquitos muertos, probablemente asfixiados por el humo del incendio dentro de la mina, así que si había entrado humo en tal cantidad para asfixiar a los mosquitos, seguimos temiéndonos lo peor. Sin embargo, allí estaban! parece que habían resistido, metidos en grupos en los huecos, en postura defensiva, nuestros queridos y exclusivísimos opiliones se habían hecho fuertes contra el devastador desastre.

Ahora tocaba mirar hacia abajo, con el agua hasta las rodillas, comenzamos a buscar anfibios, adultos, larvas y juveniles que sabíamos de su presencia en la mina. También estos nos alegraron enormemente, Darío con sus entrenados ojos, entre las raíces que tupen el agua, comenzó a atisbar varias larvas de Lissotriton boscai, es decir, el tritón ibérico, las cuales hace dos semanas no habíamos visto ninguna. Más adelante también aparecieron varios adultos de este singular tritón, ya que es un endemismo ibérico, su zona de distribución está restringida al noroeste peninsular.


Así que nos llevamos una gran alegría, parecía que al menos estas dos especies, habían sobrevivido… pero esto no acaba aquí, mañana os seguimos contando los resultados del resto de la exploración en todas las minas.
Este post muestra un detalle que mucha gente nunca se ha parado a pensar: cada vez que hay un fuego en el monte (incendio provocado por un delincuente o quema realizada por la Consellería de Medio Rural) hay muchísimos animales que mueren cruelmente. Unos no son lo suficientemente rápidos para huir del fuego, otros se resguardan en sus madrigueras porque son crías o adultos que creen que van a estar más seguros y allí mueren quemados o asfixiados, por supuesto, las crías de aves que todavía no vuelan también se queman… Miles y miles de animales mueren cada vez que se prende un fuego en el monte.
Y ojo, los animales arden igual cuando el fuego lo prende el incendiario delincuente que cuando lo hace de forma legal la Consellería de Medio Rural.
Me ha gustado mucho este post que muestra «las otras víctimas» de los fuegos: los animales.
Menuda pena que me da,yo estuve en esas minas dos veces.Malas noticias y muy interesante post.
Vaya pena y que desastre. Una verdadera lástima. Por lo menos la fauna encontró refugio en la mina. Por cierto, me gustaría conseguir algunos ejemplares del opilión ‘Ischyropsalis’ conservados en alcohol absoluto. ¿Es ello posible?. Si es así facilitarme una dirección de correo electrónico para enviaros mi dirección en Foz (Lugo). Saludos. Carlos