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¿»Limpiar» el monte para evitar que se queme?: un contrasentido

Algunos profesionales y empresas del sector forestal llevan años afirmando que la solución al problema de los incendios forestales está en «limpiar» el monte. No se trata de que éste esté lleno de basura, sino que quienes hacen esta afirmación consideran al matorral y el sotobosque como residuos vegetales. Su propuesta consiste en retirar toda esa vegetación, rasurando el monte hasta dejarlo como un parque urbano. Unos recomiendan que esa limpieza se haga mediante el uso de maquinaria, y que se utilice la vegetación como biomasa pare la producción de electricidad. Otros sugieren que se utilicen medios más «ecológicos», incrementando la cabaña ganadera para convertir nuestros montes en una inmensa granja de vacas, caballos, ovejas y cabras. Una tercera opción es la denominada «quema controlada», que se diferencia de una quema incontrolada en que la superficie calcinada es menor y se evita dañar el arbolado. Por lo demás, ambos tipos de quemas tienen las mismas consecuencias, erosionan el suelo y destruyen el sotobosque y el matorral.

 

Aves (aguiluchos, chotacabras, pardillos, currucas…), reptiles (culebras, víboras, lagartos, eslizones…), mamíferos (lobos, zorros, jabalíes, comadrejas, conejos…), la lista de animales que viven, crían o dependen de los matorrales (brezales, tojales, retamales) es inmensa. En la imagen, cartel señalando algunas de las especies animales que se pueden encontrar en esos riquísimos ecosistemas. El matorral, que algunos despectivamente llaman «maleza», realmente es un tesoro de nuestros montes. (Ver artículo sobre la importancia del matorral para el lobo)


La limpieza mediante maquinaria fue materia de un artículo de «Europa Press». La multinacional Ence describía como residuos forestales o combustible abandonado todo lo que no sean árboles, afirmando que su existencia es desencadenante de incendios. La empresa cuenta con una planta de biomasa en Asturias, y sugiere que la mejor manera de conservar nuestros montes sería quemar toda esa vegetación en una planta de ese tipo para producir de electricidad. Sin duda, una buena manera de evitar que alguien queme el monte es adelantarse y quemarlo antes. Esto puede generar importantes beneficios económicos a la empresa propietaria de la central de biomasa, pero es un sinsentido plantear la roza y quema de vegetación como estrategia de conservación de la naturaleza. De hecho, numerosos ejemplos han demostrado que la «limpieza» del monte o la construcción de cortafuegos y pistas de acceso son medidas poco eficaces a la hora de prevenir o controlar el fuego, si tenemos en cuenta los graves daños ambientales que conllevan. Sorprende que mientras lanzan al aire este tipo de propuestas, tanto Ence como algunos profesionales del sector forestal continúan fomentando la expansión de las grandes plantaciones de pino y eucalipto sobre las que se concentran la inmensa mayoría de los incendios forestales.

 

En lugares como la Sierra del Barbanza, miles de cabezas de ganado (en las fotos, cabras, caballos, vacas y ovejas en montes barbanzanos) pastan en los matorrales todo el año, causando un gran impacto sobre muchas especies de animales salvajes que viven y crían en este hábitat (ver Sierra del Barbanza, la cuadra medio ambiental de Galicia)

 

 

Calificar al matorral y el sotobosque como residuos tiene poco que ver con la realidad. El sotobosque es un componente fundamental de las zonas arboladas. En él se concentra una buena parte de la diversidad vegetal del bosque y de él dependen numerosas especies animales, incluyendo algunas tan importantes desde un punto de vista de conservación como el urogallo. Si eliminamos el sotobosque gran parte de la fauna y flora forestal desaparecen. Lo mismo ocurre con los brezales y piornales, formaciones vegetales que contribuyen a retener la humedad y proteger el suelo de la erosión, facilitando además la regeneración natural del arbolado. Por estos motivos, para una amplia mayoría de la sociedad, matorrales y arbustos son mucho más valiosos en el monte que transformados en electricidad en la caldera de una central de biomasa.

 

En la imagen, ladera del Monte Enxa (Ayuntamiento de Porto do Son – Sierra del Barbanza). En esta zona, dedicada a la ganadería, supuestamente ecológica, puede observarse la gran extensión de terreno quemada en el año 2013 por la Xunta de Galicia. La Consellería de Medio Rural realiza en Galicia numerosos incendios «controlados» todos los años lo que ha sido motivo de queja por parte de organizaciones defensoras de la naturaleza.

Aunque se trata de una labor muy difícil, identificar y procesar judicialmente a quienes provocan incendios parece la solución más eficaz. En algunos lugares, las mismas zonas son quemadas una y otra vez durante décadas sin que se detenga al causante. Descubrir a los incendiarios sería más sencillo si se incrementase la vigilancia, algo que a su vez contribuiría a la detección del fuego antes de que se extienda. Por desgracia la sociedad no parece estar aún muy concienciada sobre las graves consecuencias derivadas de los incendios, y la colaboración ciudadana para detener a los incendiarios es insuficiente. Seguir informando a la sociedad y educando a los niños desde que comienzan en la escuela parece una buena alternativa para lograr esa concienciación. Paralelamente, resulta lógico pensar en la necesidad de evitar que alguien pueda sacar provecho de un incendio, por ejemplo prohibiendo el uso ganadero de las zonas quemadas, tal y como se está haciendo en algunas lugares en la actualidad. Como medida preventiva, cabría racionalizar el uso del territorio evitando la existencia de masas continuas de especies foráneas muy susceptibles al fuego, como pinos y eucaliptos. Intercalar áreas de bosque caducifolio dentro de estas plantaciones rompería esa continuidad y dificultaría el avance del fuego en caso de incendio.

Sea «quema controlada» realizada por la administración o incendio provocado por un delincuente, ambos destruyen el matorral, la fauna que no puede escapar de las llamas muere igualmente abrasada y los efectos negativos en el suelo carbonizado son los mismos. En la imagen una quema realizada por la Xunta de Galicia el 8 de abril de 2011 (con el agravante de que en esta época muchas especies ya están criando) en el ayuntamiento de Bande (Ourense), a petición de los cazadores del lugar, que se le fue de las manos y acabó arrasando más de 400 hectáreas de terreno.

 

Resulta tan sorprendente como necesario tener que recordar que los montes son sistemas naturales y no meros almacenes de materias primas. Describir la frondosidad de un monte como combustible acumulado es como calificar de montón de carne a una manada de venados.

Este artículo de opinión ha sido escrito por (excepto fotos y pies de foto): Rolando Rodríguez Muñoz, investigador de la Universidad de Exeter (Reino Unido).

 

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