Te darás cuenta que no todo en la vida tiene que girar en torno a las apariencias, pues aunque la primera impresión provoque asombro y hasta cierto punto, una sensación nada agradable -porque es un perro prácticamente sin pelo de aspecto poco atractivo para la vista- también es un animal cuyo valor histórico, cultural y biológico en México es inmenso en comparación con muchas otras razas en el mundo.
Los aztecas tenían la creencia de que los xoloitzcuintles escoltaban las almas de los difuntos cuando partían al Mictlán (el inframundo), por lo que eran sacrificados y enterrados junto con sus dueños. También hay evidencias de que eran el ingrediente principal de suculentos platillos para la cultura Mexica, quienes los consideraban como un auténtico manjar y pensaban que al consumirlos, podían conseguir poderes supremos, exclusivos de los dioses.
Hoy en día, esta especie es altamente reconocida por las más distinguidas federaciones caninas internacionales y su precio llega a oscilar entre los dos mil dólares.
Dolores Olmedo no tardó mucho en darse cuenta que eran buenos perros de compañía, guardianes del hogar, pero sobre todo, muy inteligentes; por lo que atiborró su hacienda con estos ejemplares quienes hasta la fecha continúan siendo los guardianes y consentidísimos residentes de la morada.
El primer acercamiento con ellos -justo al momento de comenzar a acariciarlos- puede resultar un tanto inusitado, debido a la aspereza de su piel. No obstante, tardas pocos segundos en percatarte de que son muy cariñosos, vivarachos, activos y sorprendentemente juguetones. Es por ello que insisto: «las apariencias engañan» y siempre es bueno darle una oportunidad a algo o alguien, por más feo que se vea o parezca.
Pues a mi me parecen muy bonitos estos xolos. Además, como dice la canción de la Bella y la Bestia «cierto como el sol, no hay mayor verdad, la belleza está en el corazón».