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Nostalgia por una luciérnaga (Lampyris noctyluca)

Si hay insectos por los que uno se queda prendado desde niño, uno de esos es, sin duda, la luciérnaga (Lampyris noctiluca). En las calurosas y cortas noches de verano su presencia marca la velada, entre voces y risas distendidas de los más mayores, la atractiva y luminosa luciérnaga discurre entra la hojarasca.

La belleza de una Luciernaga

La luciérnaga presenta un dimorfismo acusado entre sexos, mientras la hembra adquiere un aspecto parecido a sus larvas, el macho se ajusta más a los patrones de imagen de los coleópteros, es decir, élitros endurecidos e insectos voladores. Es obvio que la funcionalidad de esta fuente de luz por parte de la hembra le sirve para atraer a sus pretendientes, la oxidación de un compuesto proteico es la causa de la bioluminiscencia que se hace muy necesaria al actuar como un farol debido a su incapacidad en el vuelo.

 

Imagen de una Luciérnaga

Si curioso es la morfología de los adultos no lo es menos la alimentación de las larvas, ya que solo las larvas se alimentan de otros insectos. Los adultos por el contrario utilizan las reservas acumuladas durante el estado larvario. La presa más común de las larvas de la luciernada son los gasterópodos terrestres.

La naturaleza es increíble en casi todo pero cuando se trata de adaptaciones a nivel de insectos uno se sorprende si cabe, aún más. Las larvas posee una sustancia venenosa que inoculan al caracol de manera, que pueden pasar varios días, incluso semanas hasta que el caracol es consumido enteramente por la larva.

 

Luciérnaga sobre un caracol

Me gustaría volver a ver luciérnagas donde un día estuvieron en abundancia, a día de hoy, no es tan sencillo como antes. Hace unas décadas, las prácticas agrícolas en la huerta de Murcia eran más respetuosas con el entorno, proporcionando más cobijo a los insectos. La causa era que, las tierras eran mimadas con una utilización selectiva y cuidadosa de los pesticidas. Supongo que pasaran muchos años antes de volver a ver el esplendor de los campos que bañan el río Segura por su paso por Murcia, pero en esa espera siempre nos quedara el recuerdo de  un farolillo nocturno lleno de magia y esplendor.

 

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