Dicen que este es el invierno más largo y frío en Alemania de los últimos 150 años. Aunque los días son ya largos y ya hay mucha luz, seguimos por debajo de los cinco grados normalmente… a mí aún no me ha entrado en la cabeza que al salir al monte tengo que taparme hasta las orejas en abril… (literalmente). Hace dos semanas, dando un paseo por los bosques congelados, en medio de la nieve vi más rastros que me llamaron muchísimo la atención. Éste me pareció excepcional, lo había visto previamente en libros de algún autor de técnicas de rastreo nórdico… una pluma en medio de aquel jaleo me lo acabó de confirmar. Aquella pluma, no era la típica, esta pluma era como más de terciopelo, peluda… sí, estas plumas con esta tipología son típicas de las aves rapaces nocturnas, son como plumas «acolchadas» para así evitar hacer ruido producido por las alas al aletear y volar.
He cambiado el contraste y el color de las fotos de forma considerable para poder así aprecien mejor las huellas.
Aquello era un drama escrito en la nieve, un búho, quizás un cárabo o un búho chico (me daba la impresión por la envergadura que se distingue en el rastro) saltó desde alguno de esos árboles para caer raudo y veloz sobre algún tipo de roedor. Ahí se ven las marcas en la nieve perfectamente de su ataque, se distinguen claramente las rémiges batiendo en esa nieve en polvo, aterrizando y volviendo a aletear ya con la presa entres sus garras. Es espectacular. Un regalo para los ojos de cualquier aficionado a la naturaleza.