“Con que poco se puede conseguir tanto”. Así resumiría la actividad infantil “Mi primer roble”.
La más trabajadora del grupo no para de darle a la azada.
Todo comenzó en una de mis visitas a la aldea de “La Platera” en la sierra de Segura. Entonces el otoño se consolidaba y las riadas aparecieron en el puente de Todos Los Santos.
Una tarde paseaba y veía la encinas al pie de hileras de olivos, salpicando la finca de mi querido amigo Cristóbal, y también unos cuantos quejigos (Quercus faginea), por estas fechas sus bellotas ya han madurado, no siendo habitual su caída, pero el temporal de viento y la lluvia habían arrojado a casi todas al suelo, y una pequeña raicilla salía de su interior !comenzaban a germinar!. Entonces surgió la idea, ¿por qué no germinarlas este otoño y plantar los robles en Febrero? Si fuera así solo tendría que pedir permiso al propietario de algún terreno, gentilmente cedería su propiedad. Ahora, después de ese trámite, solo faltaría convocar a los niños y niñas que desearán dar continuidad a la supervivencia de los quejigos.
Durante estos meses en eso hemos trabajado, y aquí está el resultado, a veces las fotografías son suficientes, tienen más elocuencia que multitud de discursos a los que tanto nos hemos inmunizado.
Bonitos cubos de plástico traidos de casa
Reseñar que finalmente la actividad fue gratuita y todo el material utilizado prestado para ese día. El próximo capítulo será ver crecer a los quejigos bautizados con fecha y nombre por cada uno de los niños.