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El tiburón cigarro se atreve con el tiburón blanco

Al contrario de lo que sucede en las sociedades humanas, en la naturaleza no es raro que el pez chico se atreva a atacar al pez grande, y además con éxito. Y no nos referimos a un pez grande cualquiera —si bien también es verdad que el otro no era un pez chico cualquiera (como una «xouba» o una pescadilla).

Ocurrió en Guadalupe, una isla del Pacífico mexicano situada a unos 240 km de Baja California. Los protagonistas son un macho subadulto de tiburón blanco de unos 3 m de longitud y un cigarro, probablemente el famoso Isistius brasiliensis, un tiburón sumamente voraz y con la mala leche que tan bien refleja su cara. El primero es un súper depredador que puede sobrepasar los 6 m de longitud; el segundo, un canijo que no pasa de medio metro. Como si un pequinés se lanzase al cuello de un rottweiler.

Acaba de publicarse un trabajo en el que se informa del primer ataque conocido de un Isistius a un tiburón blanco (1). El descubrimiento se produjo por casualidad, cuando los autores descubrieron en unas imágenes tomadas el 25 de agosto de 2010 a uno de los tiburones que estaban estudiando, las marcas inconfundibles de la mordedura tiburón cigarro: un agujero perfectamente circular y una cicatriz en forma de media luna —un ataque fallido—.

El tiburón cigarro es un depredador sumamente activo y voraz —su voracidad le ha llevado a «atacar» tanto a los cables submarinos como las cubiertas de goma del sonar de submarinos nucleares—. Se alimenta de pequeños peces y calamares, pero su especialidad son las presas gigantes, sobre las que se abalanza para arrancarles trozos de carne del cuerpo, convirtiéndose de este modo, funcionalmente, en ectoparásitos —una suerte de piojos carnívoros—. La técnica que emplean es también única: seleccionan un objetivo, una presa idónea a la que atraen poniéndose ellos mismos de señuelo mediante sus potentes órganos bioluminiscentes (2); cuando la víctima se le pone a tiro, el cigarro se lanza como una flecha y se fija a ella con la boca: los labios, grandes y carnosos, se pegan a la piel como una ventosa, con la ayuda de los dientes y la acción combinada de la lengua y la faringe, que producen un movimiento de succión creando vacío; entonces se retuerce y gira sobre sí mismo, de tal manera que, como un compás trazando un círculo, los dientes inferiores cortan y arrancar un buen trozo de carne dejando la característica herida redonda —y dolorosísima— en forma de cráter. En inglés se le conoce como cookiecutter shark, ‘tiburón corta galletas’.

¿Cómo se produjo el ataque? El trabajo maneja dos hipótesis. La primera es que el tiburón blanco hubiese caído en la trampa del cigarro y se hubiese sumergido para pegarle un muerdo a lo que pensaba que era un calamar, pongamos por caso. Eso explicaría que las heridas se encuentren en la zona próxima a la boca. Además, habían visto que por la noche, el tiburón se sumergía hacia más allá de los 50 m, coincidiendo así con el «campo de tiro» del Isistius, que a esas horas suele ascender siguiendo a sus presas.
La otra posibilidad es que fuese atacado cerca de la superficie, en un despiste o mientras se alimentaba de otra cosa.

El cigarro es el tiburón que posee los dientes más grandes en relación con el tamaño corporal, particularmente el tiburón cigarro dentudo, Isistius plutodus.

Uno no puede evitar pensar qué pasaría si en nuestra sociedad en crisis al fin los peces pequeños nos decidiésemos a atacar a los grandes. Al fin y al cabo, también tenemos dientes.

PS: Aquí mismo encontraréis un post que describe el primer ataque registrado de Isistius brasiliensis a un ser humano.

 

[Originalmente publicado en Tiburones en Galicia.]

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(1) Hoyos-Padilla, M, Papastamatiou, Y. P., O’Sullivan, & Lowe, C. G. (2013). «Observation of an Attack by a Cookiecutter Shark (Isistius brasiliensis) on a White Shark (Carcharodon Carcharias)». Pacific Science, 67 (1): 129-134.
http://pacificscience.files.wordpress.com/2012/08/pac-sci-early-view-67-1-10.pdf
Las dos imágenes del tiburón blanco proceden del trabajo, no así las de los Isistius.

(2) Se dice que estos tiburones son los más bioluminiscentes de todos; por eso su nombre genérico, Isistius, procede de Isis, la diosa egipcia de la luz.

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