La milagrosa salvación de los ciervos del Padre David

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Esta historia comienza en la China del siglo XIX, en la época de los últimos emperadores. Es la crónica del exterminio de una especie y de su renacimiento a miles de kilómetros de su lugar de origen. Es, en definitiva, la odisea de los ciervos del Padre David.

 

 El ciervo del padre David (Elaphurus davidianus) era conocido en China como “ninguno de los cuatro” porque según la tradición estaba formado por cuernos de ciervo, cuello de camello, patas de vaca y rabo de asno.

 

Corría la década de 1860 cuando el misionero francés, Armand David, que pasaría a la historia como Padre David, fue destinado a China por su congregación. Además de las tareas propias de su vocación religiosa, desarrolló una gran tarea como naturalista, enviando al museo de París gran cantidad de ejemplares de fauna y flora de una tierra que, en el siglo XIX, era casi desconocida en Europa. Encontrándose en Pekín, en el año 1865, llegó a sus oídos el rumor de que en el Jardín Real de Caza del emperador Tongzhi había unos ciervos muy raros. Intrigado, pidió permiso para estudiarlos, pero sólo le permitieron observarlos desde lo alto de los muros del jardín, donde comprobó que, efectivamente, esos animales eran desconocidos para él y, probablemente, también para la ciencia. Aunque no lo sabía, en aquellos momentos estaba viendo a los últimos ejemplares que quedaban vivos en el mundo.

 

 El padre David ha pasado a la historia como el descubridor, para la ciencia, de los ciervos que llevan su nombre, lo que posibilitó la salvación de la especie.

 

Aunque lo intentó, las autoridades no le permitieron capturar a ningún ciervo para enviar a Francia. A pesar de lo protegidos que estaban estos animales y de que su caza estaba penada con la muerte, el padre David se enteró de que los guardas del Jardín Imperial, de vez en cuando, mataban alguno para alimentar a sus familias. El miedo de estos guardas era mucho, pero su pobreza era mayor todavía, por lo que logró convencerlos para que le entregasen unas pieles, cuernos y huesos de tres ejemplares, a cambio de dinero. Los restos fueron llevados a París donde comprobaron que, efectivamente, esta era una especie desconocida hasta ahora y, en honor de su descubridor, recibió el nombre de ciervo del padre David (Elaphurus davidianus).

Al enterarse, los zoológicos de Europa quisieron conseguir para sus instalaciones ejemplares de una especie tan exclusiva. Después de muchas presiones diplomáticas lograron que las autoridades chinas accedieran a mandar algunos ejemplares al viejo continente. Esta autorización permitiría salvar a la especie de la extinción.

 

En el siglo XIX los ciervos del padre David en estado salvaje habían sido exterminados. Todos los ejemplares de la especie vivían encerrados en los 70 km de muros del Jardín de Caza Imperial, cerca de Pekín. Aunque algunas informaciones hablan de un ejemplar en libertad abatido en 1939, no está demostrado.

 

Pocos años después, en 1895, se produjeron en China grandes inundaciones, algunas partes del muro que rodeaba el Jardín Real de Caza del Emperador fueron derribados por las aguas y por ahí escaparon la mayoría de los ciervos. Los infortunados animales fueron aniquilados por la población hambrienta. Apenas dos docenas de ejemplares, que quedaron dentro del jardín, se salvaron del exterminio. Para empeorar la situacion, cinco años después, durante la rebelión de los bóxers, las tropas extranjeras que habían tomado Pekín entraron en los jardines y mataron a los últimos animales. Los ciervos del Padre David habían desaparecido de China.

 

Tras la rebelión de los bóxers, las tropas aliadas que ocuparon Pekín, exterminaron a los últimos ciervos del Padre David que había en los Jardines Imperiales para alimentar a los soldados. En la imagen, tropas extranjeras en la Ciudad Prohibida.

 

Al enterarse del exterminio, y sospechando que posiblemente los últimos ciervos del Padre David que quedaban eran los pocos ejemplares que había en Europa, el Duque de Bedford, gran aficionado a coleccionar animales raros,  compró, de diferentes zoológicos europeos, todos los ciervos que pudo, 18 en total, de los que descienden todos los ciervos que hoy existen en el mundo,  y empezó con ellos un programa de cría en los terrenos de la Abadía de Woburn (Inglaterra). Tanto les debió gustar el condado de Berdfordshire que empezaron a reproducirse maravillosamente.  En la década de 1950 se enviaron los primeros animales a China, donde la población actual es de varios miles de ejemplares y, a pesar de su poca variedad genética, parecen gozar de buena salud por lo que se está estudiando la posibilidad de establecer manadas verdaderamente salvajes. Asimismo, se repartieron ciervos por zoológicos de todo el planeta, incluidos españoles, por lo que la supervivencia de la especie parece asegurada. ¿Usted cree en los milagros? Posiblemente esta sea una buena ocasión para empezar a hacerlo.

 

El ciervo del Padre David está clasificado en la lista de la IUCN como “extinto en estado salvaje”. Actualmente hay ejemplares repartidos por zoológicos e instituciones de cría de todo el mundo.  Al final la especie parece que se salvará. En la imagen ciervos del Padre David en el zoo de Barcelona.

1 Comentario

  1. Me encanta esta historia, soy gallego y he tenido la oportunidad de verlos no muy lejos de donde vivo en el parque zoológico de marcelle.

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