“El amor es universal, hay animales que pueden sentirlo; hay humanos que no”. Éste es el título de un email que me envió un amigo hace ya algún tiempo. La otra noche, mientras hacía limpieza de correos antiguos, lo encontré otra vez y me volvió a emocionar.
Esta extraordinaria serie fotográfica, que parece que fue tomada en Ucrania, cuenta una historia tierna y triste a la vez, un drama protagonizado por una pareja de golondrinas (Hirundo rustica), que me gustaría compartir con vosotros por si no la conocéis.
Las golondrinas son unas de las aves migratorias más conocidas, sobre todo porque anidan cada año en nuestros balcones, sin embargo estas imágenes muestran uno de esos eventos naturales conmovedores, e inexplicables para nuestro pensamiento antropocéntrico, que a veces ocurren y somos capaces de presenciar.
“…y mientras la golondrina abastecía de comida y agua a su pareja herida, esta murió a pesar de sus esfuerzos y entonces, desesperadamente trato de despertar a su pareja junto a la cual se quedo por un tiempo indeterminado…”.
Es poco probable que las aves “piensen” en la muerte, pero ¿entenderán el significado de la ausencia de un compañero cercano? No lo sé, pero es una prueba más en contra de aquellos que piensan que los animales no tienen sentimientos.