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Pasado y presente de las minas de La Calera II

Unos días, ahora, muy lejanos de Diciembre del 2011, la “Sociedad de Espeleología de la Región de Murcia” perteneciente al CUMM (Club Universitario de Montaña de Murcia) y bajo la tutela de su vocal y expedicionario Daniel Vicente, organizó un fin de semana con la finalidad de explorar, admirar y estudiar las misteriosas minas de La Calera.

Las concesiones volvieron a explotar las minas de Calera e mediados del siglo XX, por entonces, era más que necesario la modernización con planos inclinados como se muestra en la fotografía.

El complejo minero  está  formado por varias concesiones, dos de ellas ”Aqueronte” y “Estigia”, deben su nombre a uno de los propietarios de la explotación que en un capricho por venerar su afición a historias basadas en la mitología griega, así las  denominó y otras, como la mina de “Pedro I” tan sólo se debe al azar y a las circunstancias del momento.

El oligisto, de donde se extraía el mineral de hierro,cubre la totalidad de la superficie de algunas salas en las minas de Aqueronte y Estigia.

Después de unas horas en coche y posterior caminata de unos tres  kilómetros llegamos a nuestro punto de inicio, la entrada principal de la mina de “Aqueronte”. Erguido y tenso como un vigía, observé  la pequeña entrada, antaño, un limpio y concéntrico arco, pero ahora, solo quedaba una pequeña hendidura debido al arrastre de material con el paso de los años

Escalinatas y cables oxidados se presentaban como obstáculos para los seguros espeleólogos de la expedición.

Dispuestos y emocionados, nuestras cabezas penetraron hasta ver la primera y principal galería de Aqueronte. ¿Cómo plasmar en palabras un momento tan emocionante?, las sensaciones fluían desde lo más hondo, los sonidos incesantes de las voces  de mis compañeros sólo eran susurros ante la magnámine presencia de ese frío silencioso.

Al andar por un suelo húmedo y estable a la vez, imaginaba y reconstruía la vida de aquel sitio monumental; el sonido de las vagonetas al deslizarse a través de los raíles oxidados llegaba a mis oídos, las miradas perdidas de los mineros de aquí para allá. Los minutos se convertían en horas, y nuestros pasos sólo eran interrumpidos, a cada momento, por todo aquello que suscitaba  nuestra curiosidad: grandes pozos, tolvas de mineral, conducciones, raíles, salas de explotación, galerías imposibles, planos inclinados, colonias de murciélagos…

Pequeño grupo de rinólofos, bien sujetos a los techos del interior de estas minas dentro de la comarca de Cartagena.

Pero no quiero, que esta historia sea un monólogo de mi grupo expedicionario, sino un reconocimiento para hombres que dejaron sus vidas en esas explotaciones, hombres curtidos que vivieron con la rudeza de una época escrita con pundonor.

Me sorprende, y quedo tan perplejo, cuando imagino sus sandalias de caucho (normalmente su poder adquisitivo no les permitía otro tipo de material más cómodo que los restos de viejos neumáticos desechados), su sombrero, su escasa y rudimentaria ropa. Pero, no queda la cosa ahí , y mi congoja aún se hace mayor cuando contemplo la idea de que estos hombres dormían  en pequeños cobertizos construidos para la ocasión, dentro de las grandes salas de extracción de mineral. Y no piensen, que era el canto de una sirena quien llevaba la paz a sus corazones en sus cortas vigilias, sino la implacable onda de desolación  que dejaban tras de sí, la dinamita. Estos mineros de Perín, La Azohía y otras poblaciones aledañas, no exhalaban el aire puro y limpio, con fragancia aromáticas a romero y tomillo, aquí solo, les esperaba la podredumbre y el cansancio venidos  del sacrificio por alimentar a sus familias.

Mezcla de colores de los diferentes minerales ricos en hierro,tales como la limonita o el oligisto.

Pronto las horas pasaron y llegó la hora de acampar para dormir en un pasillo resguardado. Hicimos lo que pudimos para conciliar el sueño pero no hay nada como un colchón y las dificultades limitaron nuestro descanso. Así quiero finalizar esta historia, entre la  vigilia de los expedicionarios y el sueño eterno de aquellos que moran en forma de espíritus por las interminables galerías de las minas de La Calera.

Mis agradecimientos a Daniel Vicente, y para el que quiera conocer más aquí os dejo un enlace sobre el tema:

cronicasmineras.blogspot.com/2012_01_01_archive.html

No se puede abordar con palabras la sensación que despierta la luz natural para aquellos que se ausentaron de ella durante horas.

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