El botijo del herrerillo

Existe un ave simpática, curiosa y muy llamativa. Es un ave conocida por todos los aficionados a la ornitología  y que está presente en casi todos los libros de aves. ¿Quién no recuerda los folletos firmados por el ICONA (ahora desaparecido)? Había uno en particular que trataba de las aves caracterícticas de los biotopos forestales. En el aparecía el pico picapinos, el carbonero comun, al azor o el herrerillo común, este último, mi protagonista.

El otro día, después de una dura jornada de trabajo, dialogaba e intercambiaba impresiones con otros aficionados a la naturaleza. En el ameno transcurso de los minutos apareció un señor, desconocido para mí, que me indicó que una pareja de herrerillos comunes estaba criando durante más de una decada en su jardín compuesto por naranjos y pinos carrascos. Claro, hasta ahí bien, pues es muy típico la crianza de esta especie en  entornos como el descrito.La sorpresa llego cuando me dijo que tenia el jardín lleno de botijos, y yo le dije, ¿ por qué tanto botijo? y me lo aclaró…

Según cuenta, un año, el hererrillo crió en uno de ellos de una forma casual. Al darse cuenta el dueño, amante redomado de las aves, se las ingenio para mostrar en el futuro a sus nietos y sobrinos, de cerca y sin premisas, la vida de una familia numerosa como la del entrañable hererrillo.Al paso de los años, fue aumentando el número de estos recipientes de barro cocido y de antigua tradición entre los agricultores de la huerta.Tanto empeño y enconado esfuerzo no podia fracasar,y en la actualidad, dos botijos están ocupados por dos parejas de herrerillo común.

Sin conocerme de nada, al terminar la tertulia vespertina no dudo en abrirme la puerta de su casa. Gracias a ello, realicé unas fotos de pollos casi volanderos en el fondo de una alfombra revestida por cálidos materiales y que ahora tengo el placer de mostrarles.