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El lamentable espectáculo de la Copa de España de caza de Zorro

Como viene siendo habitual por estas fechas, se celebra la polémica copa de España de caza de zorro, en Galicia.

Si las cuentas no me fallan, la de este fin de semana será la novena copa y como viene siendo tradicional, seremos testigos de un lamentable espectáculo en el que se verán enfrentados ecologistas y cazadores… y algún zorro también. Me explico: lo lamentable del asunto es el cruce de provocaciones, insultos e incluso agresiones a los que nos vienen acostumbrando tanto los participantes en dicha competición deportiva como los ecologistas que tratan de sabotearla. Todos ellos tienen en su boca una palabra que les da la fuerza de la razón, es el convencimiento de que se encuentran ejerciendo sus derechos.


Lamentable espectáculo año tras año.

Por parte de los cazadores están practicando un deporte, reconocido como tal por la legislación vigente, ya que son deportistas federados. Además algunos justifican la actividad considerándose controladores de plagas de ciertas alimañas (aunque de eficacia muy discutible), que efectivamente causan daños económicos.

Además están bajo un estricto control debido a la posesión de armas de fuego, y se les aplica un basto reglamento tanto por el uso de las armas como el ya de por sí engorroso reglamento de caza nacional, de cada comunidad autónoma y los planes cinegéticos de cada zona. En cuanto a temas legales la cuestión queda zanjada, otra cosa será si es moralmente aceptable el deporte de matar animales, algo bastante reprobable.

Por parte de los grupos ecologistas, muchas veces son la voz de la conciencia de nuestra sociedad en estos aspectos, abogan su derecho de libertad de movimiento por todo el territorio nacional (quizás algo confundido en este caso), el derecho de los animales, o en muchos casos la sobreexplotación cinegética de muchas especies.

Los ecologistas irrumpen en el campeonato de 2011 en Pontecaldelas. Foto: El País, Carlos Puga.

Dejando a un lado los estereotipos que podemos tener de sendos grupos. Los cazadores son los primeros interesados en cumplir «las reglas», pues de ello depende que su afición pueda perdurar en el tiempo. Son los primeros en denunciar el uso de artes ilegales como lazos y venenos; y también son los primeros en encontrarlos. Los ecologistas sienten y disfrutan de la belleza de la naturaleza y por eso luchan para su conservación.

La caza no sólo es ir a pegar tiros a todo lo que se cruza por delante, son muchas las jornadas en las que no se gasta ni un solo cartucho, o que no se gana trofeo. Pero no significa que no se haya disfrutado de un duro paseo por el monte, una jornada de camaradería, una mañana de naturaleza.

Los ecologistas no son un grupo de alborotadores que sabotean, se quejan, arman follón y ponen en marcha el circo mediático cada vez que salen al campo. Ellos disfrutan de una caminata por el monte, de una jornada con amigos, un día en la naturaleza.

Zorro  por la sierra de O Invernadoiro en Ourense. Foto: Manuel Jesús Suárez Fuentetaja.

Lo cierto es que ambos grupos disfrutan de la naturaleza, dando largas caminatas por los montes, haciendo algo de ejercicio o deporte. Ambos disfrutan de los instintos naturales, se emocionan viendo como un azor come un conejo, como un oso pesca una trucha. A ambos les cae una lágrima cuando ven miles de hectáreas quemadas.

Lo incomprensible del asunto es que yo no veo grandes diferencias entre ambos, y en cambio siempre están enfrentados. ¿Quién los enfrenta? Si los planes cinegéticos no se adecuan a la realidad de la población de las especies. ¿De quién es la culpa? ¿Quizás habría que replantearse en que usamos nuestros esfuerzos para que sean realmente eficaces? Y sobre todo replantearse que nuestros derechos no son más importantes que los derechos de los demás.

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