Azores

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«El pirata de los bosques» como así lo denominaba Félix Rodríguez situándolo siempre en la más profunda espesura del bosque. Esta indicación de su distribución yo cuando era crío me la tomaba al pie de la letra y no de forma poética. Mal hecho. Me metía en su busca en los sitios más remotos del Barbanza, siempre cuesta arriba, siempre en medio de toxos y silveiras… un desastre. Hasta que luego entendí que esa pista que daba Félix para encontrar al azor no la podía tomar «sensu stricto» en mi mentalidad barbanzónica, ya que venía de un burgalés, de un castellano del norte, y que además probablemente lo estuviera comparando con los halcones.

Y qué significa esto?

Pues que para alcanzar su «profundidad de la espesura», yo no me tenía que ir varios kilómetros monte arriba, si no quedarme a observar en los primeros pinales y eucaliptales que uno se encuentra encima de los valles de labradío. Los teníamos ahí al lado. Éso ya alcanzaba lo que Félix definía de forma poética como «profunda espesura». Tanto es así, que cuando se hizo la vía rápida del Barbanza, que justo va por encima de estos valles en el monte, se llevó por delante muchos nidos históricos de azor. Ése era su espesura. Una espesura que le vale de percha, para saltar sobre los campos de cultivo, donde sus presas tienen comida en abundancia para alimentarse. Una espesura que le permite ser el ave rapaz más discreta de todas las que existen, volando bajo, de rama en rama, tras ese muro, para que yo casi nunca la viera.

Azor «Paquito», uno de nuestros protagonistas, entrenado por Tomás. Fotos: Darío Alves.

Ya en marzo-abril-mayo el azor siente la llamada de la primavera y cambia un poco sus patrones habituales de conducta, muy alto da tornos sobre su territorio para comenzar sus bailes nupciales con su pareja. Desde abajo, con los prismáticos se puede apreciar finalmente su silueta, ese magnífica librea en el pecho, con fondo blanco y rayas horizontales negras, esas alas cortas, anchas, redondeadas y poderosas, y esa cola larga, larguísima que tan bien sabe utilizar como timón de precisión.

Foto: Darío Alves.

Tras esto su discreción sigue disminuyendo ya que para la cría monta nidos muy grandes y llamativos en los eucaliptos y pinos de la zona. Todo un reclamo fácil de ver para los alimañeros. Como ya os hemos contado anteriormente (Alimañeros en el Barbanza I, II y III). Algunos de vosotros ya sabéis que estamos preparando la segunda parte de «Volando, a lomos de halcones», llamada «Volando, más rápidos que el viento», y esta vez en este próximo documental no solo hablaremos de halcones sino también de azores. En colaboración como siempre de FalconsGalicia, y también otro experto cetrero llamado Tomás Moraña, un ribeirense gran amante de la naturaleza.

Tendremos mejores imágenes desde halcones, también con azores y además con el soporte de un aerodrone que nos permitirán acercarnos como nunca antes al mundo de las más bellas aves: las rapaces.

1 Comentario

  1. Bonito pájaro. El gran pirata de la espesura, muchas veces una efímera sombra gris que pasa rauda entre las ramas de un bosque, su majestad el azor ¡qué maravilla alada!. Una cámara montada sobre un azor debe moverse más que en una montaña rusa. Ya estoy deseando ver las imágenes, adelante Xurxo!

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