La leyenda de los «Choita» (Chotacabras pardo, II)

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Narrador.-El valle herido por nieve y hielo revive… se rinde ante el furor de millones de amapolas. Se enorgullece del manto rojo ávido de su aliento. Arroyos y torrentes con atropello liberan la fuerza de su elemento. El cielo estampado de dulces y abigarradas nubes… fluye. La montaña del oso con filones  de plata… reluce. Y allí, en la roca que nunca duerme, un hombre se alza ante los ojos del padre cielo.

Su nombre es Pouwa, jefe  de las tribus del Norte.Tribus prosperas y ahora, relegadas a reservas y postergadas a la voluntad del hombre blanco. Hombre maduro en su nacimiento, ojos marrones y barba azulona, fuerte como el roble y viejo como el tejo.

Como un pináculo insignificante se yergue. Este hombre contempla el albor del mundo y se pierde atorado en la nostalgia del recuerdo. Grita en silencio , en el silencio de su soledad. Y llora el guerrero que fué, brama con fuego en los ojos días de gloria y bienaventuranza…

Narrador.-Retrocedemos veinte años atrás en la vida de Pouwa.

Era el último día del mes de Abril. Los extensos campos se hallaban arados y listos para el cultivo.Los  linderos estaban protegidos por la magia blanca del abedul y los tipis circulares conformaban la  gran tribu de los Suwamish.

Los tipis eran el hogar temporal de esta raza indómita de hombres y mujeres. Danzas y cantos en torno a totenes tallados en forma de animales respetados. Trenzas negras y bellas mujeres de piel tersa y oscura. Azahar impregnado en faldas de fino algodón. Guerreros, maestros en el manejo  de la lanza. Hombres rudos y educados en las enseñanzas de la madre tierra.

Finalizaba el día y la cortina de luz del padre cielo se plegaba  ante  la llamada de la señora del crepúsculo… la luna.

Era  un dia especial en el poblado, la llama del hijo del viento Ato, se había desvanecido tras una larga enfermedad. Su padre Pouwa,jefe de la tribu lloraba su pérdida. Con lo últimos destellos comenzaba la ceremonia mortuoria. Guerreros y guerreras se colocaban en círculo y en el centro el cuerpo sin vida de Ato.

Pouwa.-Electra, un guerrero va hacia tí. Acógelo en tu seno y recuerda su voz, fué el dulce tintineo de cientos de días de pasión. Llévatelo, baña con tu luz las noches cortas de Invierno. Electra, tú que amas a los hombres de valor y arrojo sin igual, cuídalo en la eternidad y espera sentada  mi llegada…!Hijo mío! algún día volveremos a cabalgar por la extensa llanura.

Cúmulo de Pleyades,Electra es la estrella elegida en esta leyenda.

Y surgió el vuelo de los venerados  choita. La bruma del río se desvaneció… el silencioso y rápido aleteo apareció.Sus colores crípticos como la solitaria hoja que cae y no se levanta. Cola versátil como el timonel de un vergante, ojos rutilantes como opalos, boca roja y bostezo de dragón.

El trasiego de los choita por la pira funeraria  era el final del ritual  y el comienzo de una nueva vida entre astros y meteoros.Los choita acogían el alma de sus seres queridos y en un vuelo nocturno la llevaban al corazón iluminado de alguna estrella del firmamento.El alma de Ato brillaría siempre con todo el esplendor de la luz de Electra.

Pouwa con mirada perdida agradece a los choita su acción pero nada puede calmar su dolor.

Mis agradecimientos de todo corazón a Vicente Gimeno por su labor de investigación y a Xurxo Gago por su labor inestimable.

Parte de la información de este post se ha extraido del blog  http://labitacoradehumboldt.blogspot.com/, así que también mis agradecimientos.

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