El origen etimológico de la Sierra de Espuña data de la época romana. En aquellos tiempos, los barcos de guerra romanos navegaban por el mar mediterráneo hacia los puertos sureños. Cuando próximos se acercaban a la Península Ibérica lo primero que sus ojos contemplaban eran las cimas del macizo montañoso más conocido de la Región de Murcia.
Sala principal de la cueva de la Moneda en la sierra de Espuña.
La vegetación por entonces, cubría completamente el suelo calizo de sus laderas. El hombre apenas había alterado el medio natural. Osos y lobos campaban a sus anchas por los barrancos principales, tales como el de Malvariche o de la Hoz. Pero el tiempo es inexorable y transforma el paisaje de todo lo conocido.
A día de hoy, el oso esta extinguido desde hace siglos al igual que el lobo ibérico. La vegetación representada por encinas y quejigos son vestigios y reminiscencias. Los únicos «bosques» son plantaciones arbóreas de pino carrasco (Pinus halepensis) dirigidas por el Ingeniero de Montes «Ricardo Codorniu» para prevenir avenidas torrenciales que afectaban a las poblaciones más próximas a la sierra. Ni tan siquiera se han conservado intactas las cuevas como la de La Moneda, estalagmitas arrancadas son un vivo ejemplo de la mano destructora del hombre.
El miércoles día del Pilar tuve la suerte de formar parte de la expedición de espeleólogos del Club Universitario de Montaña de la Región de Murcia. En un principio solo teníamos las coordenadas geográficas, así que primero debíamos de localizarlas a través del GPS. Pero está visto que la tecnología no falla pero nosotros al manejarla… !si!
Fue una amable familia la que nos informo de su ubicación exacta. Decían…«No tiene perdida, sigan el sendero y giren a la derecha. Esta escondida y tiene un pino al lado».
Gracias a su simpatía en apenas media hora estábamos colocando el pasamanos para comenzar el descenso a la misma.
La cueva de La Moneda es la mayor cavidad de la Región de Murcia en volumen. Alcanza en su parte más ancha los 63 metros por 21 metros en su extremo menor. La altura de la sala sobresale puntualmente hasta llegar a la cota de 20 metros. Posee dos grandes columnas cuya función sería similar a los pilares de un edificio. Formaciones geológicas diversas decoran por multitud de rincones este pequeño patrimonio de la Sierra de Espuña.
