Escuadrones negros… Los estorninos

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Cirros enjutos y helados, atmósfera limpia y transparente, cúmulos desarbolados por acrobacias aéreas !Oriunda higuera de oriente! Mantente firme y no temas la feroz embestida del negro escuadrón de estorninos alados.

Ejemplares juveniles de estornino negro dispuestos a devorar las «brevas», fruto tempranero de la higuera (Ficus carica).

Los estorninos negros (Sturnus unicolor) son unas aves pertenecientes a la familia Sturnidae, sus costumbres son sociales y en la huerta de Murcia se les puede ver en los últimos días de junio alimentarse de las brevas que por estas fechas ya se pintan sabrosas para todos.

Concretamente, el grupo que llevo observando en la última década aumenta cada año en un número aproximado de 10 a 20 individuos. En la actualidad, el número total de ejemplares rondaría de 100 a 150 pájaros. Constituyen un imaginario escuadrón alado surcando los cielos murcianos.

Juvenil de Estornino Negro limpiándose el plumaje después de saciar el apetito.

Y lo llamo así por la majestuosidad que impera en sus movimientos hilvanados, los unos con los otros en perfectas acrobacias. Son capaces de dejarte con la boca abierta, mientras ellos ni cortos ni perezosos en cuestión de segundos, aterrizan sobre una plataforma aérea formada por tréboles verdes y ramitas cargadas de azucarados frutos… los que pertenecen a la higuera negral. Pero podríamos mencionar otras variedades…. la iñoral, la verdal, la torera, la blanca, la negra, la pajarera… porque así son llamadas por los antiguos de la huerta.

Los estorninos se mezclan con otros compañeros de banquete, tales como la oropéndola, el mirlo y los gorriones. A saltitos y pequeños descensos picotean con avaricia….casi con gula y ansiedad.

No son confiados pero confían en aquellas personas que ya conocen, como es el caso de este observador. A cualquier mínimo signo de peligro saltan y emprenden un vuelo hacía algún posadero donde se colocan jerárquicamente formando pequeños clanes familiares.

Posadero situado en un ciprés (Cupressus sempervirens). Un magnífico posadero: la madera de los cipreses fue empleada para construir las puertas de la Basílica de San Pedro del Vaticano hace nada más ni menos que 1000 años.

Porque la jerarquía no es un defecto entre el bando de estorninos sino que les permite ser más eficientes. Un ejemplo; el halcón tendrá menos oportunidades de éxito en sus lances de caza ante una gran mancha negra coordinada que ante un individuo aislado.

Otra fotografía del posadero, situado a unos 100 metros de la zona de alimentación.

Fotografía capturando a un Estornino Negro ensimismado en su galantero imitador.

Y si sus virtudes en el cielo son excelsas, no son menos sus cualidades sonoras. Imitan a pájaros del entorno, sin duda no se atreven con el canto del ruiseñor (Luscinia megarhynchos), pero emulan a la perdiz (Alectoris rufa) durante estos días primaverales. Copian el sonido estridente del mochuelo (Athenea noctua) y lo más sorprendente, intentan fantochear con la clásica llamada de la oropéndola (Oriolus oriolus). Lógico, en los días de abril y mayo puesto que la oropèndola es un ave migratoria y penetra en nuestra geografía en el transcurso de la primavera, pero más extraño es que ocurra en pleno mes de febrero (pero eso ya sería otro post)… Y claro, es como disfrutar del canto de una ficticia oropéndola en mi propio jardín, afortunado de mí.

Lámina a plumilla de un macho de Oropéndola (Oriolus oriolus), ave sin parangón y cuyo nombre esta relacionado con la etimología de la ciudad de Orihuela en la Vega Baja del río Segura.

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