Reencuentro feliz en Ubrique

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Andaba yo por Ubrique, a los pies del monte Garciago. Este monte tiene un buen cortado, donde se suelen posar los buitres. Ese mismo día había unos cincuenta buitres que estaban sobrevolando esa zona. Y allí estaba yo, sacando unas fotos, observando por los prismáticos… hasta que me decidí seguir el camino que bordea este monte por el suroeste entre las fincas de ganado.

Justo antes de un arroyo, a mis pies apareció un pequeño cordero, lo acababan de parir, aún casi no se tenía en pie, y estaba todo encogido entre unas rocas… y terriblemente asustado. Al verme, trató de ponerse en pie, pero casi no era capaz… Se me encogió el corazón.

Garciago en la Sierra de Grazalema, Ubrique, Cádiz.

Y se esfumaron mis planes de controlar una ruta de acceso al Garciago, para poder ganar altura y ver mejor esos buitres… pero… :-Buitres!!! Buitres que no dudarían en aprovechar la tierna carne de la criaturita…  Fácilmente unas decenas de ojos de esas rapaces se encontraban ahora mismo peinando la zona con su magnífica vista. Con este panorama al corderito cada vez le daba menos posibilidades.

Uno de los buitres sobrevolando la zona.

Me lo cogí entre brazos, y debajo de un algarrobo al lado del camino y con un matorral bien espeso lo metí con la esperanza de que no pudiera salir de esa jaula improvisada y así poder evitar que fuera descubierto por los buitres. Acto seguido, me fui camino arriba, en busca de la madre desnaturalizada que había dejado a su pequeño abandonado.

Unos cien metros monte arriba, comencé a escuchar unos balidos, no entiendo demasiado el idioma de la ovejas, pero me sonaba a madre desesperada llamando por su hijo. Seguí ese lastimero balido, y parecía que no me engañaba: una oveja estaba quejándose de un lado para otro (en las ovejas esto es inhabitual ya que normalmente yo las veo comiendo todo el día sin más preocupaciones).

La miré. Me miró. Y creo que los dos nos comprendimos. Así que me dispuse a bajar de nuevo a por el corderito, cargarlo y subirlo hasta allí (ya llega la primavera y uno no puede salir tranquilo al monte porque siempre acaba liado…). Llegué a junto el cordero, escuché unos sonidos detrás de mí… y me di cuenta que mamá oveja me había seguido, debe de ser ese sexto sentido que tienen todas la madres.

Ya había escuchado el balido del hijo, y el hijo el de la madre. Lo saqué de la jaula que era ese algarrobo, y el resto de la historia y el feliz reencuentro lo podéis ver en este vídeo.

Vídeo editado por Paola Páez. Muchas gracias!

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Desde pequeño siempre fui aficionado a la naturaleza, pasando mis tardes metiendome por donde pudiera en medio del monte y la playa. Así que mi afición traté de hacerla en serio y acabé la carrera de Biología en el año 2003. En la actualidad, estoy realizando la tesis doctoral en el lab. de Biotecnología Vegetal de la Universidad de Vigo. Desde hace tres años presido AXENA, mi trabajo en la asociación está centrado en la coordinación de las diferentes disciplinas que conforman nuestros proyectos, su gestión y claro está, en el área de naturaleza.

9 Comentarios

  1. Xurxo, q historión!! Casi se m saltan las lágrimas, jejejeje!!! Desde Heidi no había oido una historia de ovejitas tan tierna….Q se fastidien esos buitres q se quedaron sin corderin, al menos ese dia. Espero q mama oveja haya sabido cuidar a su pequeño!! un besote;)

  2. jajjajaj… este post es para contrarestar la serie de bichos raros de juan, hay que hacer una de bichos «cuquis» jijijiji..

  3. oohhhh..que potito y herposo…:P

    Así me gusta, interfiriendo en los procesos naturales…XDDD..y los pobres buitres qué??nadie piensa en los buitres…

  4. Con el buen trabajo que hace «norit» con mi ropa delicada, bien se merecía esa ayudita!!jaja buen post xurxo, sublime.

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