La cueva de Valporquero

Hace un par de semanas, organizamos una juntanza de viejos amigos de la uni en un pueblecito de León (Villacorta). Aunque el tiempo parecía que no iba a acompañarnos, al final nos dio una tregua y pudimos organizar una excursión por las proximidades del pueblo. Por mis raíces, tengo una estrecha vinculación a esta tierra así que me decidí a escribir este post para dar a conocer un poco más, la maravillosa Cueva de Valporquero.

Boca de la cueva

La verdad es que, no sé si es por su ubicación, pero a pesar de ser uno de los mejores ambientes kársticos que tiene España, y una de las mejores cuevas europeas, es poco conocida. La cueva de Valporquero se sitúa a 1309 m de altitud, bajo el pueblo que le da nombre, Valporquero (León). Está abierta al público desde 1966 y fue descubierta según cuentan por un pastor. Se formó hace ya un millón de años, en el Pleistoceno del Período Cuaternario de la era Cenozoica cuando las aguas del arroyo de Valporquero empezaron a colarse por las rocas calizas. Ha tenido que pasar muchísimo tiempo para que podamos observar este fantástico mundo subterráneo.

La temperatura interior de la cueva se mantiene bastante constante entorno a los 7ºC y hay una humedad del 99%. La Cueva de Valporquero está formada por dos niveles de galerías. En el primer nivel (superior) encontramos las siete salas que hoy se pueden visitar con una longitud total de 1.2 km. Así, pudimos recorrer la sala de las “Pequeñas Maravillas”, “Gran Rotonda”, “Hadas”, “Cementerio estalactítico”, “Gran Vía” (como no!! En todas partes tiene que haber una…) y “Maravillas”.

Cementerio estalactítico

A lo largo de la visita puedes admirar gran cantidad de estalactitas y estalagmitas de distinta longitud y grosor, coladas, columnas y mantos. Estas formaciones a veces dejan evocar figuras o monumentos famosos. Así hay formaciones conocidas como “Las Gemelas”, “La Torre de Pisa”, “Virgen con el niño”. Cabe destacar la formación de una columna, conocida como “Columna Solitaria” formada en el centro de una de las salas, que se eleva hasta perderse entre una multitud de agujas estalactíticas.

Columna

Entre dos de las salas, encontramos una cascada de 15 m de altura, cuyo sonido ensordecedor contrasta con el silencio de las otras salas. La cascada es la conexión entre los dos niveles de la cueva. Así, el segundo nivel (inferior), conocido como “Curso de Aguas”, también está abierto al público pero, es una travesía espeleológica, por lo que no es apto para todos los visitantes. Es una travesía que, a lo largo de 2 km atraviesa la montaña hasta las Hoces de Vegacervera. La verdad es que, desde el primer pie que pones en la cueva, incluso ya en la boca de la misma, no dejas de alucinar con la belleza de lo que tienes delante y, personalmente, no sabría deciros con qué sala me quedo.

Sala de la gran rotonda

Recomiendan visitar la cueva en primavera, otoño e invierno, coincidiendo con la temporada de lluvias. Dicen que el agua suma belleza a las cosas y, el efecto de ésta recorriendo el interior de la cueva y saliendo de alguna de las paredes es, sin lugar a dudas, un gran ejemplo de ello.

Terminada la vista, y con el listón visual tan alto como lo teníamos, disfrutamos con el impresionante entorno natural que rodea las cuevas. Son de vista obligada las Hoces de Vegacervera. La verticalidad de sus paredes, la angostura del valle por donde discurre el río Torío y los densos bosques de robles, hayas y avellanos constituyen un paraje de belleza incomparable.

Río Torío en las Hoces de Vegacervera

Para otro día, dejo el final de la excursión: una rápida visita a un museo bastante peculiar que hay por la zona que, no está exento de polémica por lo que exhibe.
Gracias a Abraham, Jose y al Expo x hacer de fotógrafos durante la visita ;)