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¿A qué escala nos movemos? Microcosmos acuáticos: parasitismo de sanguijuelas sobre anfibios

La gran desigualdad entre lo que atrae nuestra atención y lo que pasa desapercibido quizás merezca un post aparte, pero podemos ir poniendo un ejemplo. No hace falta que nos vayamos a una escala micróscopica, como los microorganismos que nos mostraba Juan en la serie Micronaturaleza. Bajemos la escala a centímetros y además centrémonos en medios acuáticos. Nos encontramos con que hay un mundo complejo de relaciones que desconocemos por completo. Nuestros protagonistas van a ser las sanguijuelas, que al parecer no todas son parásitas, animales que tienen muy mala fama. Y que no han merecido demasiada atención, ni siquiera de la comunidad científica, bueno, salvo en el laboratorio de «Lujuria de sangre». Lo habitual es que pasen inadvertidas en el mejor de los casos, o destruidas al detectarlas en el peor de ellos.

Amplexus de rana ibérica.
Sanguijuelas bajo una piedra.

Y el otro protagonista va a ser el que es probablemente el anfibio más común y característico de Galicia, la rana patilarga (Rana iberica) , que puede encontrarse en cualquier pequeño arroyo o río, desde el nivel del mar hasta más de 1000 metros de altitud. Esta especie esta ligada a los cursos de agua, de los que no suele separarse demasiado, salvo que las condiciones climatológicas lo permitan. Quizás por ello se han producido las relaciones entre las dos especies, a pesar de que en la misma zona se encuentran otras especies de anfibios más ligadas a los medios acuáticos: como el caso del triton ibérico (Lissotriton boscai), o del sapo corredor (Bufo calamita) que sólo usa los medios acuáticos para la reproducción. En nuestras observaciones solamente hemos detectado interacciones entre las sanguijuelas y las ranas patilargas.

Sanguijuelas en rana ibérica.

Ejemplar altamente parasitado.

Estas características ecológicas pueden hacer que las sanguijuelas, teóricamente Batracobdella sp., seleccione positivamente a esta especie, en vez de seleccionar tritones o sapos, que pasan mayor parte de su ciclo vital en ambientes terrestres que no permitirían la supervivencia de los parásitos. No se sabe exactamente cuál es el efecto que causan las sanguijuelas sobre los anfibios, pero parece claro que los animales altamente parasitados, hasta 14 sanguijuelas en el ejemplar de la última fotografía, no se encuentran en las mejores condiciones. Existen todavía una gran cantidad de preguntas por resolver en las relaciones entre estas dos especies insignificantes para la mayoría.

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