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Cuidados para animales enfermos y gaviotas tridáctilas

Muchas veces nos encontramos con animales salvajes que debido a diferentes causas se encuentran enfermos, estenuados, con heridas… Si desconocemos la biología del animal o no somos unos expertos en la materia lo mejor sería mandarlos a los centros de recuperación de Cotorredondo (Pontevedra), Oleiros (Coruña)… o al que sea en nuestra provincia. Para ello, sólo hay que avisar al SEPRONA de la Guardia Civil, o a los centros de recuperación, o a cualquier entidad dedicada al cuidado de animalesecologista que ya te dan toda la información necesaria. Por ejemplo, es muy normal que avisen a una empresa de transporte rápido para llevar al enfermo hasta el centro. Hubo una temporada que los de SEUR ya se sabían mi casa de memoria… -Ah sí! Ése chico de la Puebla…
Para ayudar al animal y no causarle más problemas que los que ya tiene, conviene tener en cuenta unas normas básicas:

-Que el animal se deje tocar y acariciar no significa que sea superbueno ni que nos tenga cariño, sino que está realmente agotado. Dejarse tocar por un hombre significa que ya se ha entregado a las garras de la muerte… Por eso debemos molestarlo lo mínimo posible, que estará muerto de miedo.

-Colocarlo en una caja de cartón con unos agujeros para ventilar (ojo! tampoco es necesario que la caja quede como un colador).

-Colocar la caja en una habitación tranquila a oscuras para que esté tranquilo y descanse.

-Dentro de la caja NO poner ni comida ni bebida, en esas condiciones y a oscuras no se va a alimentar. Y lo que es peor se manchará con la comida que le dejamos, se mojará con el agua, facilitando infecciones y que se pueda enfriar.

-En el caso de aves es bueno que dentro de la caja echemos una base de serrín o de tiras de papel de periódico para evitar que se manche las plumas al defecar.

Este final de invierno tuve un caso muy curioso:
A la ventana de la casa de Lucía había llegado una gaviota muy pequeña y diferente de las de aquí. No se movía, y dejaba que la cogieran. La abuela de Lucía con muy buen corazón le puso en la ventana un poco de café (eso sí, con unas gotas) y un platito con callos por si tenía hambre y frío.

Finalmente, Lucía llegó y la puso en una caja de cartón (qué orgulloso estoy de nuestros alumnos de los proyectos de educación ambiental!). Por la descripción telefónica me cuadraba con una gaviota reidora, pero cuál era mi sorpresa!: era una gaviota tridáctila!.

 Lucía con MGB (Minha Gavotinha Bonita).

Una especie de alta mar, sólo se acerca a tierra para criar o buscando refugio de los peores temporales del invierno. En Galicia sólo crían unas 50 parejas, sobre todo en los acantilados de Cabo Vilán. Es de las pocas especies de gaviotas que se encuentran en peligro de extinción.

El plumaje es espesísimo y muy compacto. El color blanco es casi resplandeciente.  En los laterales de la cabeza una línea grisácea va desde arriba hasta el cuello, éste es el plumaje de invierno.

 La revisé a fondo para ver si observaba algún tipo de magulladura en alas, patas y cabeza. El torso y la espalda no presentaba ningún tipo de herida ni golpe, pero hubo una cosa que me llamó mucha la atención. La piel no era color carne sino negra.

Negra?! Por qué?

Probablemente porque muchos animales de zonas muy frías como el ártico y antártico, aunque el plumaje o pelaje sea claro para camuflarse, la piel es oscura. Y eso es debido a que de esa forma absorben una mayor cantidad de radiación UVA que les ayuda a calentarse.

Finalmente, como sospechaba le palpé la quilla (como si fuera el esternón de los pájaros) y claro, al tocarla pinchaba era muy puntiaguda. No tenía nada de carne alrededor y estaba totalmente descubierta. La pobre debía de llevar varios días luchando en el temporal por sobrevivir, y ya rindiéndose se dejó caer en la casa de Lucía. Así todo apuntaba a que lo que necesitaba era comer y descansar.

Pesando a MGB en unos días recuperó rápidamente un buen porcentaje de su peso.

Tras unos días de alimentación forzada y cuidados, empezó a ser capaz de engullir boquerones por sí sola, y en una semana y tras haber recuperado un tercio de su peso, se fue otra vez camino de altamar.

Quiero agradecer a Pili, Juan, Olalla, Sonia y Fran y a todo el grupo de la universidad que colaboraron en su recuperación.

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